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viernes, 31 de enero de 2020

La cruda realidad de nuestro natural, normal, común y corriente egocentrismo diario.


Esto es agua

Están dos peces nadando uno junto al otro cuando se topan con un pez más viejo nadando en sentido contrario, quien los saluda y dice, “Buen día muchachos ¿Cómo está el agua?” Los dos peces siguen nadando hasta que después de un tiempo uno voltea hacia el otro y pregunta “¿Qué demonios es el agua?”
Este es un requerimiento estándar para los discursos en las ceremonias de graduación, el uso de una pequeña y didáctica historia. El cuento resulta ser uno de los métodos más ejemplificativos y menos tediosos del género, pero si creen que planeo presentarme aquí como el pez viejo y sabio que les va a explicar a ustedes, jóvenes peces, qué es el agua, por favor no lo hagan. No soy el pez viejo y sabio.
El punto de la historia de los peces es simplemente que las realidades más obvias e importantes son con frecuencia las más difíciles de ver y sobre las que es más difícil hablar. Enunciado como una frase, por supuesto, éste es sólo un lugar común como cualquier otro, pero el hecho es que en las trincheras del día a día de la existencia adulta, los lugares comunes pueden tener una importancia de vida o muerte, o por lo menos de ello me gustaría hablar en esta despejada y encantadora mañana.
Claro que el principal requisito para este tipo de discursos es que debo hablar sobre el significado del estudio de las ciencias sociales y humanidades, tratar de explicar por qué el título que están a punto de recibir tiene un valor humano real y no sólo un fin material. Hablemos entonces del cliché más generalizado en los discursos de graduación, que es que la formación en ciencias sociales y humanidades tiene como objetivo tanto proveerlos de conocimiento como enseñarles cómo pensar. Si ustedes son como yo cuando era estudiante, no debe gustarles escuchar este tipo de cosas, e incluso se sienten un poco ofendidos por la afirmación de que necesitan que alguien les enseñe cómo pensar, dado que el hecho de que hayan sido aceptados en una universidad tan buena como ésta parece probar que ya saben hacerlo. Sin embargo, vengo a plantear que el cliché no resulta ser para nada insultante, porque lo que verdaderamente importa para su educación –misma que se supone reciben en una escuela como ésta- no gira en torno a la capacidad para pensar sino en decidir sobre qué decidimos pensar.
Si su total libertad de pensamiento con respecto a las decisiones sobre qué pensar les parece demasiado obvia como para desperdiciar tiempo discutiéndola, les pediría que piensen sobre los peces y el agua, y que sólo por un par de minutos hagan un paréntesis en su escepticismo sobre el valor de lo totalmente obvio.
Aquí va otra pequeña y didáctica historia. Están dos hombres sentados juntos en un bar ubicado en una parte remota de Alaska. Uno de los hombres es religioso, el otro es ateo, y los dos discuten sobre la existencia de Dios con esa especial intensidad que viene después de la cuarta cerveza. Entonces el ateo dice: “Mira, no es que no tenga razones para no creer en Dios, no es que nunca haya experimentado el Creo-En-Dios-Y-Rezo y esas cosas. Justo el mes pasado me agarró una tormenta de nieve lejos de casa, estaba totalmente perdido y no podía ver nada, la temperatura era cincuenta grados bajo cero, entonces lo intenté: me arrodillé en la nieve e imploré ‘Oh, Dios, ¡si es que existes! Estoy perdido en la nieve y moriré si no me ayudas’”. El hombre religioso mira desconcertado al ateo y dice “Entonces debes creer ahora, después de todo aquí estás, vivo”. El ateo mueve la cabeza y dice: “No, hombre, lo único que pasó es que casualmente un par de esquimales pasaban por ahí y me mostraron el camino de regreso”.
Es fácil ver esta historia a través del cristal con el que normalmente se analizan este tipo de situaciones en cualquier carrera de ciencias sociales y humanidades: exactamente la misma experiencia puede significar dos cosas completamente diferentes para dos personas, considerando las diferentes creencias y patrones, y las diferentes formas de construir significados basados en la experiencia. Como priorizamos la tolerancia y la libertad de pensamiento, por supuesto que no vamos a querer afirmar que una interpretación es verdadera y la otra falsa o mala.
Lo cual está bien, excepto por el hecho de que nunca terminamos hablando sobre de dónde vienen estas creencias y patrones. Es decir, de dónde vienen dentro de estos dos hombres. Como si la orientación más básica de una persona, y el significado de su experiencia fueran de alguna manera inherentes a ella, como la altura o el número de zapato; o fueran automáticamente absorbidos de la cultura, como el lenguaje. Como si la forma de construir significados no fuera el resultado personal e intencional de una decisión consciente. Además, tenemos la cuestión de la arrogancia. El ateo está convencido de que el hecho de que los dos esquimales hayan pasado en ese momento no tuvo nada que ver con su rezo pidiendo ayuda. Cierto, también hay un montón de religiosos arrogantes y seguros de sus propias interpretaciones. Son probablemente más repulsivos que los ateos, y que, por lo menos, la mayoría de nosotros. Pero el problema de los dogmáticos religiosos es exactamente igual al del no-creyente de la historia: la certidumbre ciega, una mente cerrada que equivale a un aprisionamiento tan absoluto donde el mismo prisionero ignora que está encerrado.
El punto es que pienso que ésta es una parte de lo que el mantra de “enseñar cómo pensar” debe significar: ser un poco menos arrogantes, tener “consciencia crítica” sobre mí mismo y mis certidumbres…porque un buen porcentaje de las cosas que doy por dadas, resultan eventualmente diluidas e incorrectas. Yo he aprendido esto de la manera difícil, como seguramente ustedes también lo harán.
 Aquí va un ejemplo del carácter erróneo que hay en las cosas sobre las cuales tiendo a estar automáticamente seguro:  “Todo en mi inmediata experiencia sostiene mi profunda creencia de que yo soy el centro absoluto del universo, la más real, vívida e importante persona en la existencia.” Raramente pensamos en este tipo de este egocentrismo natural por el hecho de que es socialmente repulsivo, pero en el fondo es básicamente el mismo en todos nosotros. Es nuestra configuración predeterminada, inherente a nosotros desde el nacimiento. Piensen en esto: no existe ninguna experiencia que hayan tenido en la cual ustedes no hayan sido el centro de la misma. El mundo como lo viven está ahí en frente a ustedes, o detrás, o a un lado, en frente, o en la televisión, o en su monitor, o en dónde sea. Los sentimientos o ideas de otras personas tienen que ser comunicadas a nosotros de alguna manera, pero las propias son inmediatas, urgentes, reales. Ya van entendiendo. Pero por favor no se preocupen que me esté preparando para predicar sobre la compasión o las también llamadas “virtudes”. Esto no se trata de virtud sino sobre decidir cambiar, o liberarse de alguna manera, de esa configuración predeterminada, la cual es: ser profunda y literalmente egocéntrico, y ver e interpretar todo a través del lente de sí mismo.
 Las personas que pueden ajustar su configuración predeterminada de esta manera son con frecuencia denominadas “bien equilibradas”[1], término que, sugiero, no es fortuito. Siguiendo la línea académica, una pregunta obvia sería qué tanto de este ajustarnos a nuestra configuración predeterminada involucra realmente conocimiento o intelecto. No es de extrañar que la respuesta sea: depende de qué tipo de conocimiento del que estemos hablando.
 Probablemente el aspecto más peligroso de la educación académica, por lo menos en mi caso, es que posibilita mi tendencia a sobre-intelectualizar las cosas, a perderme en el pensamiento abstracto en lugar de simplemente poner atención a lo que está pasando frente a mí. En lugar de poner atención a lo que está pasando dentro de mí. Como seguramente a estas alturas ya saben, es extremadamente difícil mantenerse alerta y concentrado en vez de quedarse hipnotizado por el constante monólogo que tiene lugar dentro de nuestra cabeza. Lo que todavía no saben son las implicaciones de esta lucha.
 A veinte años de haberme graduado, me he dado cuenta paulatinamente de estas implicaciones, y advertí que el cliché universitario de “enseñarte cómo pensar” era realmente la síntesis de una muy importante y profunda verdad. “Aprender a pensar” realmente significa aprender a ejercer cierto control sobre cómo y qué es lo que pensamos. Significa estar lo suficientemente conscientes para escoger a qué le ponemos atención y decidir cómo vamos a construir significados a través de la experiencia. Porque si ustedes no pueden o no quieren ejercer este tipo de decisiones en su vida adulta, estarán totalmente derrotados. Piensen en el viejo cliché de cómo la mente es un “excelente sirviente pero un pésimo amo”. Éste, como muchos otros clichés, tonto y banal en la superficie, en realidad expresa una gran y terrible verdad. No es coincidencia que la mayoría de los adultos que se suicidan con armas de fuego siempre se disparen a sí mismos en…la cabeza. Y la verdad es que la mayoría de estos suicidas estaban muertos mucho antes de jalarle al gatillo.
 Y esto es realmente, sin mentiras ni bromas, de lo que su educación debe tratarse: cómo evitar ir por tu confortable, próspera y respetable vida adulta, siendo un muerto, inconsciente, esclavo de tu cabeza y de tu configuración predeterminada, esa que te hace estar única, completa y totalmente solo día tras día. Esto puede sonar a una exageración o un sinsentido abstracto. Entonces hagámoslo concreto. El hecho es que ustedes recién graduados todavía no tienen idea de lo que “día tras día” realmente significa.
 Resulta que hay una buena parte de la vida adulta americana de la cual nadie habla en los discursos de graduación. Esa parte involucra aburrimiento, rutina y una bonita frustración. Los padres y las personas más grandes aquí entenderán perfectamente de lo que hablo. Por ejemplo, supongamos que este es un día normal en la vida adulta, se levantan en la mañana, se dirigen a su desafiante trabajo de oficina digno de un graduado, trabajan por nueve o diez horas, al final del día están cansados y muy estresados: todo lo que quieren es irse a su casa, prepararse una buena cena, tal vez despejarse un rato y dormirse temprano porque tienen que levantarse temprano al día siguiente a hacer lo mismo de nuevo.
 Pero de repente recuerdan que no hay comida en la casa –no han tenido tiempo suficiente para comprar comida esta semana a causa del desafiante trabajo- entonces al final del día tienen que subirse al automóvil y manejar hasta el supermercado. Es la hora que marca el fin de la jornada laboral y el tráfico es espantoso, entonces llegar a la tienda toma mucho más tiempo del que debería, y cuando finalmente llegan ahí, el supermercado está atiborrado de gente, porque por supuesto es la hora del día en que las demás personas que también tienen trabajo tratan de hacer cabida en su horario para ir de compras al supermercado, y la tienda está horrorosa y fosforescentemente iluminada, ambientada con espantoso pop corporativo o esa genérica música de fondo capaz de matar almas. Es el último lugar en el que quisieras estar pero no puedes entrar y salir inmediatamente. Tienes que deambular por los inmensos y saturados pasillos para encontrar las cosas que quieres, tienes que maniobrar con tu carrito entre todas las demás personas, que también están cansadas y tienen su propio carrito, y por supuesto están los viejos que se toman todo el tiempo del mundo, los que toman demasiado espacio, los niños hiperactivos, y tú tienes que poner la mandíbula dura y ser amable mientras les pides que te dejen pasar, hasta que por fin encuentras lo que buscabas, sólo que ahora no hay suficientes cajas abiertas a pesar de que la tienda está llena, entonces la fila para pagar es interminable. Lo cual es estúpido e irritante, pero no puedes desahogar tu ira con la frenética señora trabajando en la caja registradora, quien para ese entonces ya ha trabajado más horas de las que le tocan al día en un trabajo cuya rutina e insignificancia sobrepasan la imaginación de cualquiera de nosotros aquí en esta prestigiosa universidad…Pero bueno, finalmente llegas al frente de la fila y pagas por tu comida, y esperas tu cambio o a que una máquina apruebe tu tarjeta para después escuchar un “Que tenga un buen día” en una voz que suena como la muerte misma.
 Y después tienes que llevar tus feas y poco sólidas bolsas de plástico en tu carrito que tiene una de esas llantas locas que lo hacen moverse irremediablemente a la izquierda, todo mientras pasas por un estacionamiento sucio y lleno de gente, y tratas de subir las bolsas a tu automóvil de manera que nada se vaya a salir y rodar por la cajuela durante el camino, y luego tienes que manejar en medio de un lento y pesado tráfico para llegar a tu casa, etcétera, etcétera. Todos han pasado por esto, claro, pero todavía no ha sido parte de la rutina de ustedes, graduados, día tras semana, tras mes, tras año. Pero lo será, junto con otras rutinas no menos aburridas, tediosas y sin sentido. Excepto que ese no es el punto. El punto es que dentro de toda esta mierda frustrante entra el trabajo de escoger.
 Como el tráfico es lento, los pasillos atestados y la fila para pagar larga, si no hago una decisión consciente sobre qué pensar y a qué ponerle atención, estaré enojado y seré miserable cada vez que tenga que ir de compras al supermercado, porque mi configuración natural hace que en situaciones como estas todo gire en torno a mí, mi hambre, mi fatiga, mis ganas de irme a casa, y parecerá que todos los demás en el mundo están en mi camino, y a todo esto, ¿quién chingados son todas estas personas en mi camino? Y mira qué repulsivas lucen la mayoría de ellas y cómo parecen ovejas haciendo fila en la línea para pagar, o qué tan irritante y descortés es que las personas hablen así de fuerte por celular en medio de la fila, y, miren qué injusto es esto: he trabajado realmente duro todo el día, tengo hambre, estoy cansado y no puedo irme a mi casa por culpa de estas estúpidas y malditas personas. O, por supuesto, si estoy en una forma más socialmente consciente de mi configuración predeterminada, puedo pasar mi tiempo atorado en el tráfico estando enojado y disgustado con todas esas gigantes y estúpidas camionetas familiares, Hummers pick ups mientras gastan su derrochador y egoísta tanque de 150 litros, y puedo extenderme hablando de cómo las calcomanías religiosas o patrióticas parecen siempre estar pegadas en los vehículos más monstruosos manejados por los más feos, desconsiderados y agresivos conductores, quienes además suelen hablar por celular mientras tocan su claxon solo para ponerse seis estúpidos metros adelante en el tráfico, y puedo pensar en cómo los hijos de nuestros hijos van a odiarnos por haber desperdiciado todo el combustible del futuro y probablemente haber jodido el clima, y en cómo todos somos malcriados, estúpidos y egoístas, y cómo todo apesta, y así sucesivamente… Miren, si decido pensar así está bien, muchos de nosotros lo hacemos, excepto que ese pensamiento tiende a ser fácil y automático, no tiene que representar ninguna elección.
 Pensar de esta manera es mi configuración predeterminada. Es la forma automática e inconsciente con la que experimento lo aburrido y frustrante de la vida adulta, una vez que opero con la automática e inconsciente creencia de que soy el centro del mundo y que mis necesidades y sentimientos inmediatos son lo que deben de determinar las prioridades del mundo. La cosa es que obviamente hay diferentes maneras de pensar este tipo de situaciones.
 Hay mucho tráfico, todos estos vehículos están parados y estorbándome en el camino: no es imposible pensar que algunas de esas personas manejando camionetas familiares hayan estado en horribles accidentes automovilísticos en el pasado y ahora manejar para ellos se ha vuelto una experiencia tan traumática que su terapista no ha tenido más remedio que aconsejarles comprar una camioneta grande en la que se sientan suficientemente seguros al manejar; o que la Hummer que se acaba de meter en frente de mí está siendo manejada por un padre cuyo hijo está herido o enfermo en el asiento de copiloto, y está tratando de evadir el tráfico para llegar pronto al hospital, y que tiene una prisa más legítima que la mía. Realmente soy yo quien está atravesándose en su camino. O puedo escoger forzarme a considerar que muy probablemente las demás personas haciendo fila en el supermercado están tan aburridas y frustradas como yo, y que en lo general algunos de ellos tal vez tengan vidas mucho más difíciles, tediosas o dolorosas que la mía. Y así sucesivamente.
 De nuevo, por favor no piensen que les estoy dando un consejo moral, o que estoy diciendo que “tienen que” pensar de esta manera, o que alguien automáticamente espera ello de ustedes, porque es difícil, toma voluntad y esfuerzo, y si son como yo, algunos días no serán capaces de hacerlo, o no querrán hacerlo. Pero la mayoría de los días, si están lo suficientemente atentos como para decidir, pueden decidir ver diferente a la señora gorda con mal de ojo y demasiado maquillaje que acaba de gritarle a su hijo en la fila para pagar. Tal vez ella no siempre es así; tal vez lleva tres noches seguidas sosteniendo la mano de su marido quien está muriendo de cáncer, o tal vez esta misma señora es la empleada mal-pagada de oficina, que justo ayer, te ayudó a resolver un engorroso trámite ejerciendo un pequeño acto de bondad burocrática. Claro, ninguno de estos casos es probable, pero tampoco imposible. Depende de qué es lo que ustedes prefieran considerar.
Si están automáticamente seguros de saber qué es la realidad y quiénes y qué es importante –si quieren operar con su configuración predeterminada- entonces ustedes, como yo, probablemente no van a considerar ningún escenario que no sea fastidioso o sin sentido. Pero si realmente han aprendido cómo pensar, cómo poner atención, entonces sabrán que tienen más opciones. Estará en sus manos hacer de una situación lenta, infernal y estresante no sólo una experiencia significativa sino algo sagrado, un fuego con la misma fuerza que enciende las estrellas; compasión, amor, la subsuperficie de todas las cosas. Esta onda mística no necesariamente tiene que ser verdad: la única Verdad que lleva mayúsculas aquí es que ustedes tienen la capacidad de decidir cómo quieren ver las cosas. Esto, me parece, es la libertad de la educación verdadera, de aprender cómo estar “bien-equilibrados”: Ustedes pueden decidir conscientemente qué tiene importancia y qué no. Ustedes deciden qué es lo que van a adorar, porque aquí hay otra cosa que es verdad: en el día a día de la vida adulta no existe tal cosa como el ateísmo. No existe tal cosa como no adorar nada. Todo el mundo adora algo. La única elección está en qué decidimos adorar. Y una gran razón para decidir adorar a algún dios o algo parecido a un espíritu –llámese Jesucristo, Allah, Yavé, la Diosa Madre, Las Cuatro Nobles Verdades o una colección de principios infrangibles- es que prácticamente cualquier cosa que adores te comerá viva. Si adoran el dinero y las cosas –si eso es lo que consideran que tiene verdadera importancia en la vida- entonces nunca tendrán suficiente. Nunca van a sentir que tienen suficiente. Es la verdad. Adorar su propio cuerpo, belleza o encanto sexual siempre los hará sentirse feos, y cuando la edad se empiece a notar en ustedes, habrán muerto un millón de veces antes de que los entierren. Hasta cierto punto ya todos sabemos estas cosas –han sido codificadas como mitos, proverbios, clichés, trivialidades, epigramas, parábolas: el esqueleto de toda buena historia.
 El secreto está en mantener esta verdad en frente de nosotros diariamente. Si adoras el poder te sentirás débil y con miedo, y necesitarás más poder sobre otros para anestesiar el miedo. Si adoras tu intelecto, o ser considerado inteligente, terminarás sintiéndote estúpido, un fraude siempre a punto de ser descubierto. Y así sucesivamente. Miren, la cosa más insidiosa de estas formas de adoración no es que sean malignas o llenas de pecado; es que son inconscientes. Son configuraciones predeterminadas. Son el tipo de adoración que gradualmente nos atrapa, día a día, haciéndonos más selectivos en lo que vemos y en cómo medimos el valor de las cosas sin ni siquiera estar plenamente conscientes de que lo estamos haciendo. Y el llamado “mundo real” no te desanimará a operar con tu configuración predeterminada, porque el llamado “mundo real” de hombres, dinero y poder se lleva bastante bien con el combustible del miedo, desprecio, deseo, frustración y la adoración de sí mismo.
 Nuestra misma cultura contemporánea le ha puesto un arnés a estas fuerzas de modo que han cedido el paso a la riqueza, el confort y la libertad personal. La libertad para ser amos de nuestro pequeño reino, solos en el centro de toda creación. Este tipo de libertad suena muy atractiva. Pero por supuesto hay diferentes tipos de libertad, y del tipo más preciado de libertad no van a escuchar hablar mucho allá afuera en el mundo competitivo del ganar, conseguir y mostrar.
 El tipo de libertad más importante involucra atención, consciencia, disciplina, esfuerzo, y ser capaces de preocuparse realmente por las demás personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, realizando miles de pequeños, y nada sexys, actos, día tras día. Esa es la verdadera libertad. Eso es ser enseñado a cómo pensar. La alternativa es la inconsciencia, la configuración predeterminada, la “carrera de ratas” –la constante e insistente sensación de haber tenido y perdido algo infinito. Ya sé que todo esto probablemente no suena nada divertido, refrescante o inspirador como suelen hacerlo los discursos de las ceremonias de graduación. Lo que es, como lo veo hasta ahora, es la verdad, con un montón de basura retórica recortada. Obviamente pueden pensarlo cómo ustedes deseen. Pero por favor no lo vean como un sermón en donde la Dra. Laura[2] mueve el dedo índice como metrónomo y de forma acusadora.
 Nada de esto se trata de moral, religión, dogma o sofisticadas preguntas sobre la vida después de la muerte. La cuestión aquí, es la vida antes de la muerte. Es llegar hasta los treinta, o tal vez incluso los cincuenta, sin querer dispararse a sí mismo en la cabeza. Es sobre el verdadero valor de la educación, que no tiene que ver con calificaciones o títulos sino con la simple conciencia –conciencia de lo que es real y esencial, tan escondido a simple vista alrededor de nosotros, que tenemos que recordarnos a nosotros mismos una y otra vez:
“Esto es agua.”
“Esto es agua.”
“Estos esquimales pueden ser mucho más de lo que parecen.”
Es inimaginablemente difícil hacer esto –vivir de manera consciente, adulta, día tras día. Lo que significa que una vez más el cliché es cierto: su educación realmente es el trabajo de una vida, y comienza ahora.
 Les deseo mucho más que suerte.

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texto del escritor  estadounidense David Foster Wallace (1962-2008). Publicó una decena de libros de ensayos y no-ficción, tres libros de cuentos y tres novelas (La última The Pale King fue publicada post mortem) entre ellas ‘La broma infinita’ (Infinite Jest, 2002) considerada su obra más importante y una de las mejores novelas escritas en lengua inglesa desde 1923 hasta 2006. Este ensayo fue leído originalmente en la ceremonia de graduación para la generación de 2005 en la Universidad de Keyton. Fue publicado en 2009 por la editorial Little, Brown and Company. La traducción corre a cargo de Pablo Robles Gastélum.


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Hermoso cuento sufí

Hazrat Junaid Baghdadi atravesaba el mercado con sus discípulos. De pronto miró a un hombre jalando a su vaca con una cuerda, y le pidió que parara por un instante. A continuación les dijo a sus discípulos, “rodeen a este hombre y su vaca. Les voy a enseñar algo. Ahora les pregunto algo: ¿Quién está ligado a quien? ¿Es la vaca ligada al hombre o es el hombre ligado a la vaca?” Los seguidores le contestaron “La vaca está atada al hombre. El hombre es el dueño, el sostiene la cuerda, por lo tanto, la vaca lo sigue a donde quiera que el vaya”. Junaid contesta “ ahora miren”. En seguida corta la cuerda y la vaca sale huyendo. El hombre comienza a correr detrás de la vaca y Junaid les dice “ ahora observen quien es el dueño; la vaca no está interesada en absoluto en este hombre, de hecho, esta corriendo de el para escapar. El dueño le grita mientras persigue a la vaca. “¿Qué clase de experimento es esteeeeee?.... “ Junaid les explica a sus discípulos, “Es lo mismo que pasa con sus mentes. Todos los disparates que llevan dentro, no están interesados en ustedes. Ustedes están interesados en ellos. Y ustedes casi locos tratando de hacer lógica para no perder la cordura. En el momento que pierden interés, el momento exacto que se dan cuenta de su inutilidad, los disparates comenzarán a desaparecer; al igual que la vaca, escaparán...”

lunes, 15 de abril de 2019

La gente ignora el inmenso poder que tiene. El poder de crear la realidad.

No sé como fue, pero en algún momento del camino perdimos el poder, la autoridad sobre nosotros mismos, es decir, sobre nuestro mundo, sobre nuestra realidad.
Ejemplo 1:

En la televisión dijeron que este año estará de moda el color violeta. La gente lo acepta y lo cree e inmediatamente y a partir de ese momento se pone en marcha un mecanismo aparentemente invisible que transforma esta creencia en una realidad.
 Los negocios venden ropa violeta, la gente la compra, y las calles se visten de violeta. 
Pero… un momento… ¿quién tiene la autoridad y el poder para decidir que este año será el color violeta?
Bueno, uno puede creer que son los dueños de la industria textil, porque son ellos los que deciden qué fabricar y de que color. Ellos deciden el color de ropa que va a haber en los negocios.
Pero esto no es tan así, porque el resto de personas, es decir nosotros, decidimos si entramos en este juego o no. Nosotros en realidad podemos comprar y usar la ropa que nosotros queremos. Nosotros decidimos, ya sea consciente o inconscientemente.
 Nuestro poder siempre reside en nosotros. Aunque lo ignoremos. Aunque lo neguemos.
Cuando es de forma consciente podemos elegir en libertad.
Pero cuando es de manera inconsciente solo estamos reaccionando, estamos siendo controlados por impulsos que ni siquiera notamos, no estamos eligiendo, algo en nosotros lo está haciendo por nosotros. Somos robots o esclavos que obedecen y reaccionan de acuerdo a lo esperado por los demás. Hemos perdido el poder a la autoridad sobre nosotros mismos, es decir, sobre nuestra realidad.

Ejemplo 2:

Juan te dice algo feo, algo que te hiere psicológicamente/emocionalmente.
 La intención de Juan es hacerte sentir mal.
Si tú no crees lo que Juan dijo, si uno no lo acepta, eso que fue dicho se disuelve en la nada. Desaparece.
 Pero si uno lo cree, eso lo hace realidad. Uno empieza a sentirlo que como real, vivirlo como real, dicho en otras palabras, uno lo hace real. Uno coopera sin querer con su intención de lastimarte, reaccionando de forma inconsciente y completando la intención Juan. Es como si Juan nos hubiera utilizado a nosotros para crear ese mal. Y nosotros sin saberlo lo hemos ayudado. Vaya putada!

Cada uno de nosotros tiene un poder y energía inmensos, el poder de creer o no creer en algo. El poder de aceptar o no aceptar algo. El poder de hacer o no algo realidad.
La contracara de esto es que ese poder, esa energía, puede ser usada tanto para crear como para destruir. Pero hay buenas noticias: esto también está en uno.
Para eso uno tiene que empezar a hacerlo consciente, es decir, empezar a prestar atención a qué cosas estamos aceptando/creyendo cada día, en cada acto de nuestras vidas.
Ese nivel de consciencia determinará cuanta libertad tenemos para crear nuestra realidad o cuanto poder tiene tu inconsciente para creer la suya propia, es decir una realidad que no sabemos de donde salió y que no nos agrada en absoluto.
Ejemplo 3:

Hace unos años, la gente no creía que la tierra era plana. La tierra era plana! Como todos lo aceptaban y creían, eso en ese momento era REAL. Esa era una verdad aceptada por todos.
De la misma manera, en el año 2019 seguimos creyendo un montón de cosas arcaicas, que en su momento eran verdad pero ya han caducado y ahora son destructivas.

Ese poder, esa energía no se pueden parar ni detener. Y aunque no queramos ni nos demos cuenta estamos a cada momento de nuestras vidas pensando, aceptando y creyendo cosas, es decir conformando nuestra realidad.
Incluso lo que uno más teme termina sucediendo, por ejemplo: si pienso todos los días que no me quiero enfermar voy a terminar enfermo, porque he pensado en mí enfermo con la emoción del miedo. Me imagino enfermo cada vez que pienso que no quiero enfermarme y eso termina sucediendo.
En cada momento estamos aceptando y creyendo algo. Esto es imparable, como la vida misma.

Por eso cuidemos bien lo que nos creemos, lo que nos repetimos a nos mismos todos los días. Lo que pensamos todo el tiempo.
Porque eso que tú llamas “realidad” amigo mío, lo estás construyendo tú mismo sin saberlo. Ladrillo a ladrillo, palabra a palabra, pensamiento a pensamiento, emoción a emoción, en cada segundo de tu vida. Cada día.
Esto es así.
Y no para.
Y no va a parar.
Cuidado con lo que creemos, porque eso se termina manifestando como real.

Cada uno es el Dios creador de su mundo.

Restablece ese poder creador en ti.

domingo, 30 de abril de 2017

¿Cuanto cuesta sobrevivir?

Antes que el hombre inventara el dinero, la comida, el agua, el aire y el entorno estaban a su disposición gratuitamente, obsequio de la naturaleza. Sin embargo, miles de años después, necesitas mal vender tu cuerpo, tu mente y tu tiempo a otras personas u organizaciones para tener acceso a cosas que la naturaleza te da gratis. A eso lo hemos llamado PROGRESO.
¿Qué tipo de progreso es este en el que millones de personas ya no tienen libre acceso a la comida, al agua o a su entorno? ¿Esto es civilización?
Un grupo de monos en la selva ¿necesita dinero para tener acceso al agua, a la comida o a su entorno? ¿Necesitan ropa, móviles o joyas para mantener el status social y ser respetados? ¿Necesitan leyes, religión, moralidad, patria, dinero, fronteras, policía, jueces o políticos para convivir en su sociedad?
Si nosotros somos superiores a los monos ¿por qué no podemos vivir en paz sin todas esas cosas?

martes, 3 de enero de 2017

Afilar el hacha

Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno, y las condiciones de trabajo, mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel. El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles. –Te felicito, sigue así –dijo el capataz. Animado por estas palabras, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó temprano.
A la mañana siguiente se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de quince árboles. –Debo de estar cansado –pensó. Y decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol. Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento.
El capataz le preguntó: –¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez? –¿Afilar? No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles”.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

2016: Un mundo en guerra

Hasta hace 10 meses atrás, en febrero del 2016 la cifra de muertos en Siria ascendian a 470.000 personas, no es una guerra civil como nos quieren hacer creer, es terrorismo. Terrorismo en el cual están participando los países más ricos del mundo, con el fin de enriquecerse más para obterner el acceso al gas de Asia en Europa.
Solamente ahogados en el mar mediterraneo, en el 2016 han muerto unas 16 personas por día. (hoy murieron 16 personas más como vos y como yo)
Estos son los principales países exportadores de armas, los que lucran con la guerra. Son países a los que le conviene la guerra porque los enriquece.
(cifras en dólares USA, datos de los últimos 2011 - Wikipedia)
Estados Unidos, 6.000 millones
Reino Unido, 5200 millones
Rusia, 3100 millones
Francia, 2900 millones
Alemania, 1900 millones
Suecia, 700 millones
Israel, 600 millones
Australia, 600 millones
Canadá, 600 millones
Ucrania, 600 millones
España, 400 millones
Colombia, 400 millones
República Popular de China, 300 millones
Bielorrusia, 300 millones
Bulgaria, 200 millones
Corea del Norte, 100 millones
República del Congo, 95 millones
-65,3 MILLONES de personas que han sido forzadas a abandonar sus casas y países por causas de miseria extrema, guerra, terrorismo, etc.
-21,3 MILLONES de refugiados.
-10 MILLONES de personas sin estado. Que no pertenecen a ningún país. Que están a la buena de Dios. Sin ningún tipo de amparo ni identidad legal. Sin país. Creo que es difícil imaginarse no pertenecer a ningún país, no tener ningún documento ni pasaporte, ni ninguna nacionalidad.
Sin duda que el mundo está en guerra.
Desde que finalizó la 2da. guerra mundial han muerto 30 millones de personas en conflictos armados.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Extractos de Yo soy Eso de Nisargadatta Maharaj

Estoy leyendo el libro "Yo soy Eso" de Nisargadatta Maharaj.
He hecho un PDF con los párrafos del libro que más me han impactado.
Aquí lo pueden descargar:


https://drive.google.com/file/d/0B3B9_keNrA_KTndiM0hnNlN5cFU/view?usp=sharing


Cuando avance más en la lectura iré actualizando el PDF, pero no quería esperar a terminarlo para compartir estos tesoros.



miércoles, 26 de octubre de 2016

La negación de toda autoridad. El fin del miedo.

Pero, ¿qué puede hacer un ser humano -qué podemos hacer usted y yo- para crear una sociedad completalmente distinta? Estamos haciendo una pregunta muy seria: ¿Hay algo que pueda hacer de manera alguna? ¿Qué podemos hacer? ¿Puede alguien decírnoslo? Cierta gente nos lo ha dicho. Los llamamos líderes espirituales, que se supone han comprendido estas cosas mejor que nosotros, nos lo han dicho, tratando de torcernos y moldearnos dentro de un nuevo patrón, pero eso no nos ha llevado muy lejos; hombres ilustrados y sofisticados nos lo han dicho, y eso tampoco nos ha servido de nada.
Se nos ha dicho que todos los caminos llevan a la verdad -usted tiene su camino como hindú, otro su sendero como cristiano, otro como musulmán y todos se encuentran en la misma puerta- lo cual es, cuando bien se mira, evidentemente absurdo. La Verdad no tiene sendero, y eso es la belleza de la Verdad que es vivencia. Una cosa muerta tiene un sendero porque es algo estático, pero cuando usted ve que la verdad es algo viviente, que se mueve, que no tiene lugar de descanso, que no está en templo alguno, en la mezquita o en la iglesia adonde ninguna religión, sacerdote o filósofo, nadie nos puede llevar, entonces se verá también que esa cosa viviente es lo que usted realmente es: su cólera, su brutalidad, su violencia, su desesperación, la agonía y el dolor en que vive. En la comprensión de todo eso está la verdad, y usted puede comprenderla sólo si sabe mirar esas cosas en su vida. Y usted no puede mirarlas a través de una ideología o de una pantalla de palabras, a través de esperanzas y temores.
Así usted ve que no puede depender de nadie. No hay guía, ni maestro, ni autoridad. Hay solamente usted -sus relaciones con otros y con el mundo- no hay nada más. Cuando usted se da cuenta de esto, o bien siente una gran desesperación de la cual viene el cinismo y la amargura o bien, al enfrentarse al hecho de que usted y nadie más es responsable del mundo y de usted mismo, por lo que piensa, por lo que siente, por su modo de actuar, toda lástima de sí mismo desaparece. Normalmente arrojamos la culpa sobre los otros, lo cual es una forma de autocompasión.

¿Podemos usted y yo, entonces, producir en nosotros mismos, sin influencia exterior o sin persuasión alguna, sin ningún temor al castigo ¿podremos producir en la misma esencia de nuestro ser una total revolución, una mutación psicológica, de manera que ya no seamos brutales, violentos, competidores, impacientes, temerosos, codiciosos, envidiosos y todas las restantes manifestaciones de nuestra naturaleza que han estructurado esta corrompida sociedad donde vivimos nuestras vidas diarias?
Es importante comprender desde el mismo principio, que no estoy formulando ninguna filosofía, ni estructura de ideas o de conceptos teológicos. Me parece que todas las ideologías son totalmente idiotas. Lo que importa no es una filosofía de la vida, sino observar lo que realmente ocurre en nuestra vida diaria interna y exteriormente. Si uno observa muy de cerca lo que está pensando y lo examina, verá que todo ello se apoya en un concepto intelectual, y el intelecto no es todo el campo de la existencia; es un fragmento. Y un fragmento por ingeniosamente que haya sido formado, por antiguo o tradicional que sea, sigue siendo sólo una pequeña parte de la existencia, en tanto que nosotros tenemos que tratar con la totalidad de la vida.
Y cuando miramos lo que esta ocurriendo en el mundo, empezamos a comprender que no hay un proceso interior y exterior; hay solamente un proceso unitario. Es todo un movimiento total, el movimiento interior expresándose a sí mismo como exterior, y lo exterior reaccionando de nuevo sobre lo interior. Ser capaces de mirar esto, me parece que es todo lo que se necesita, porque si sabemos mirar, entonces todo se vuelve muy claro. Y para mirar no se requiere una filosofía ni un maestro. Nadie necesita decirle cómo debe mirar. Usted simplemente mira.
¿Puede usted, entonces, viendo todo este cuadro, viéndolo de veras, no en forma verbal, puede usted fácilmente, espontáneamente transformarse? Este es el verdadero problema ¿Es posible producir una completa revolución en la psiquis?

Me pregunto cuál es su reacción ante tal interrogante. Usted puede que diga: “No quiero cambiar”, y mucha gente no lo quiere, en especial aquellos que se sienten bastante seguros social y económicamente o que se apoyan en creencias dogmáticas y están satisfechos de sí mismos y de las cosas tal como son o si estuvieran en un forma ligeramente modificada. No estamos hablando de estas personas.
O bien puede que uno lo exprese con mayor sutileza: “Bien, esto es demasiado difícil, no es para mí”. En tal caso se habrá bloqueado usted mismo, habrá cesado ya de inquirir y de nada le servirá seguir adelante. O también puede que diga: “Veo la necesidad de un cambio interno fundamental en mí mismo, ¿pero cómo voy a producirlo? Por favor, muéstreme el camino, ayúdeme a alcanzarlo”. Si usted dice eso, entonces, lo que le interesa no es el cambio en sí, no está realmente interesado en una revolución fundamental; está simplemente buscando un método, un sistema para producir el cambio.
Si yo fuera lo bastante insensato para darle un sistema y usted fuera tan insensato para seguirlo, sólo estaría copiando, imitando, sometiéndose, aceptando. Al hacer esto ha establecido en sí mismo como patrón la autoridad de otro, y de ahí el conflicto que usted tiene con esa autoridad. Usted se siente obligado a hacer tal y tal cosa, porque se le ha dicho que lo haga y, sin embargo, no puede. Usted tiene sus peculiares inclinaciones, tendencias y presiones, las cuales se hallan en conflicto con el sistema que cree que debe seguir, y, por lo tanto, está en contradicción. Así llevará usted una doble vida entre la ideología del sistema y la realidad de su existencia diaria. Al tratar de ajustarse a la ideología, reprime su ser; sin embargo, lo realmente verdadero no es la ideología, sino lo que usted es. Si trata de estudiarse en conformidad con las ideas de otro, siempre seguirá siendo un ser humano de segunda mano.
Un hombre que dice: “Deseo cambiar, dígame cómo”, parece muy fervoroso, muy serio, pero no lo es. Confía en que una autoridad ponga orden en sí mismo. Pero ¿acaso puede una autoridad producir orden interno? El orden que se impone desde fuera siempre engendrará desorden. Usted puede ver esta verdad intelectualmente, ¿pero puede aplicarla en efecto de manera que su mente ya no busque proyectar ninguna autoridad: la del libro, del maestro, de la esposa o esposo, del padre, del amigo o de la sociedad? Como invariablemente hemos actuado dentro del patrón de una fórmula, la fórmula se convierte en ideología y autoridad; pero tan pronto vemos de hecho que la pregunta “cómo puedo cambiar” se constituye en una nueva autoridad, terminamos con la autoridad para siempre.
Puntualmente de nuevo claramente: Veo que yo debo cambiar por completo desde las raíces de mi ser; ello no puede depender de ninguna tradición porque la tradición ha producido esta tremenda pereza, esta aceptación y obediencia. No me es posible pedir a otro que ayude a cambiar; ni a ningún maestro, ni Dios, ni sistema, ni creencia, ninguna influencia ni presión exterior. ¿Qué ocurre entonces?
En primer lugar, ¿puedo rechazar toda autoridad? Si puedo, significa que ya no tengo temor ¿Entonces, qué ocurre? Cuando usted rechaza algo falso con lo que ha estado cargado por generaciones; cuando arroja de sí un peso de cualquier clase, ¿Qué sucede? Usted tiene más energía, ¿no es cierto? Tiene más capacidad, más empuje, mayor intensidad y vitalidad. Si no siente esto, entonces no ha arrojado, no ha descartado el peso muerto de la autoridad.
Pero cuando usted lo ha desechado, y tiene esa energía en la cual ya no hay temor en absoluto -temor de cometer un error, temor de hacer lo correcto o no- entonces, ¿no es esa energía misma la mutación? Necesitamos una tremenda cantidad de energía, y la disipamos con el temor. Pero cuando existe esa energía que surge al liberarnos de toda forma de temor, esa energía misma produce la revolución radical interna. Usted no necesita hacer nada a ese respecto.
Así, usted se ha quedado sólo consigo mismo, y ese es el verdadero estado de un hombre que se toma en serio todos estos asuntos; y como no busca ayuda de nadie ni de nada, está libre para descubrir. Y cuando hay libertad, hay energía; y cuando hay libertad no se puede hacer nada erróneo. La libertad es por completo diferente de la rebelión.
No existe eso de conducirse bien o mal cuando hay libertad. Usted es libre, y desde esa libertad, actúa. Y como consecuencia, no tiene miedo, y una mente que nada teme es capaz de gran amor. Y cuando hay amor, puede hacerse lo que se quiera.

Lo que ahora vamos a hacer, por lo tanto, es aprender acerca de nosotros mismos, no de acuerdo con lo que les diga yo o algún analista o filósofo -porque si aprendemos sobre nosotros mismos siguiendo la opinión de algún otro, sólo aprenderemos lo que nos ellos digan, pero no lo que somos- lo que haremos es aprender lo que realmente somos.
Habiendo comprendido que no podemos depender de autoridad exterior para producir una revolución total en la estructura de nuestra psiquis, nos encontramos con la dificultad aun mayor de tener que rechazar nuestra propia autoridad interna, la autoridad de nuestras pequeñas experiencias particulares y acumuladas opiniones, conocimientos, ideas e ideales. Usted tuvo una experiencia ayer que le enseñó algo, y esa enseñanza se convierte en una nueva autoridad, pero esa autoridad de ayer es tan destructiva como la autoridad de hace mil años. Para comprendernos no necesitamos autoridad, ni la de ayer ni la de hace mil años, porque somos seres vivientes, siempre moviéndonos, fluyendo, sin reposar nunca. Cuando nos miramos a nosotros mismos con la autoridad muerta del ayer, fracasamos en comprender el movimiento viviente, la belleza y la cualidad de ese movimiento.
Librarse de toda autoridad, de la suya propia y de cualquier otra es morir a todas las cosas del ayer, para que su mente esté siempre fresca, siempre joven, inocente, llena de vigor y de pasión. Sólo en ese estado es que uno puede aprender y observar. Y para eso se requiere mucha atención, verdadera atención de lo que está sucediendo en su interior, sin tratar de corregirlo, sin decirse que eso debería o no debería ser así, porque tan pronto usted lo corrige, ya ha establecido otra autoridad, un censor.
Así, ahora vamos a investigar juntos -no como una persona que explica mientras usted lee, y siente o disiente de ella conforme sigue las palabras sobre la página, sino que vamos a hacer un viaje juntos, un viaje de descubrimiento dentro de los más secretos rincones de la mente. Y para hacer tal viaje debemos ir con poco peso; no podemos ir cargando con opiniones, perjuicios y conclusiones- todo ese viejo arsenal que hemos coleccionado durante los últimos dos mil años o más. Olviden cuanto saben sobre ustedes mismos, olviden cuando alguna vez pensaron sobre ustedes mismos; vamos a partir como si nada supiéramos.
Anoche llovió mucho, y ahora los cielos empiezan a clarear; es un nuevo y fresco día. Encontrémonos con este día como si fuera el único. Empecemos nuestro viaje juntos dejando atrás todas las remembranzas del ayer. Y empecemos a comprendernos por primera vez.

J. Krishnamurti


Libérese de su pasado

sábado, 22 de octubre de 2016

Se puede pensar diferente, solo hay que atreverse

Dicen que no tenemos recursos para todos, pero si vas a las tiendas (los negocios) donde se venden los productos, podés ver que hay muchos productos. Tenemos abundancia! Pero en las manos de quien no lo necesita.




lunes, 10 de octubre de 2016

Creer o no creer

"Me parece fundamentalmente deshonesto y dañino para la integridad intelectual creer en algo solo porque te beneficia y no porque pienses que es verdad".

Dejemos de creer en las cosas solo porque nos reconfortan. Eso es corrupto. Autoengaño placentero. Busquemos lo verdadero. No intentemos evadir el miedo y el dolor sicológico a costa de creer cualquier cosa.




miércoles, 17 de agosto de 2016

El buscador es el que está en busca de sí mismo.


Abandone todas las preguntas excepto una: «¿quién soy yo?». Después de todo, el único hecho del que usted está seguro es que usted es. El «yo soy» es cierto. El «yo soy esto» no. Esfuércese en encontrar lo que usted es en realidad.
Para saber lo que usted es, primero debe investigar y conocer lo que usted no es.
Descubra todo lo que usted no es —el cuerpo, los sentimientos, los pensamientos, el tiempo, el espacio, esto o eso— nada, concreto o abstracto, que usted perciba puede ser usted. El acto mismo de percibir muestra que usted no es lo que usted percibe.
Cuanto más claro comprenda que en el nivel de la mente usted sólo puede ser descrito en términos negativos, tanto más rápidamente llegará al fin de su búsqueda y se dará cuenta de que usted es el ser sin límites.


Sri Nisargadatta Maharaj

miércoles, 13 de julio de 2016

Tu no eres real, tu eres realidad

Hay 2 opciones
1- o bien usas sus tus pensamientos y tu mente.
2- o bien eres usado por tus pensamientos y tu mente.

Un pensamiento es algo que aparece en ti, te roba tu atención y tu energía durante un rato, te distrae separándote de tu entorno, y luego se va. Te desconecta de la realidad inmediata, de todo lo que sucede a tu alrededor.
Es como si fuera un teléfono que suena, lo atendemos inmediatamente, escuchamos atentamente y nos creemos todo lo que nos dice.
Pero es un teléfono que suena 60.000 veces por día.
¡Cuánto trabajo!

Una creencia es un pensamiento que se quedó enquistado en la mente, y ahora hacemos lo que sea por defenderlo.
¿Lo que sea? ¿Cualquier cosa?
Bueno, pensemos un momento. Por miedo la gente necesita creer en algo a cualquier precio.
Por miedo somos capaces de defender nuestras creencias hasta la muerte.
Por defender una creencia hemos matado a 262 millones de personas como tú y como yo, por defender creencias tales como por ejemplo nuestra patria o nuestro Dios.
¿Por qué somos capaces de matar o pelearnos a muerte con alguien?
Porque sentimos que esas creencias, esos pensamientos, esas opiniones acerca del mundo, de Dios, del sexo, de la política, etc, sentimos que todo eso somos nosotros. Es decir, estamos tan identificados con esos pensamientos que creemos que nosotros somos esos pensamientos. Sentimos que somos una colección de opiniones, ideas, teorías, pensamientos y dichos, entonces los defendemos como si estuvieramos defendiéndonos a nosotros mismos. Sentimos que somos esa ideología.
En una discusión, sentimos que si decimos: "Tienes razón, yo estaba equivocado" de alguna forma algo nuestro muere o se debilita (o se rompe), sentimos que perdemos algo.

El ego es la identificación con esos pensamientos.
Esta identificación crea un yo separado de la realidad, de la vida, de la existencia, de Dios (por ponerle otro nombre), y de los otros seres.
Sentimos que ese yo tiene una vida personal, individual, totalmente aislada del resto de la humanidad y del resto del universo, cuando en realidad la vida es una sola siendo nosotros la vida misma.
"Mi vida" no existe como tal, solo hay "vida". Yo no poseo una vida, la vida me posee a mí. Dicho mejor, no hay un "yo" a quién la vida posea, la vida soy yo. Directamente. Sin intermediarios. Yo soy vida. Somos vida. La vida es una.

Así como nuestro corazón late solo, nuestra digestión se hace sola, nuestro cabello crece solo, también nuestra mente piensa sola.
No podemos dejar de pensar. Pero podemos dejar de darle tanta importancia a esos llamados internos en forma de pensamiento que aparecen 60.000 veces cada día y nos quitan tanta energía.

Podemos ser conscientes que los pensamientos que se nos aparecen cada día son el resultado de nuestro pasado, de nuestra experiencia, nuestra educación, nuestros traumas, nuestros miedos, nuestros deseos y sobretodo todo lo que nos han dicho nuestros padres y quienes nos han criado. Esta programación nos domina a placer. Y de alguna forma nos posee.

Liberarse es la clave.
Liberarse de ese fantasma que no existe, porque en últimas instancias si te pido que me digas quién eres, tú sólo me hablarás de tu pasado, pero no me lo puedes enseñar porque no existe en la realidad. Porque es solo un conjunto de ideas.
Si dejamos de lado esa tremenda cantidad de ideas y opiniones formadas en el pasado, podemos salir de nuestro ilusorio mundo personal para encontrarnos a nosotros mismos.

Hay una sola Tierra, pero 8.000 millones de mundos y así es imposible que nos llevemos bién, es imposible siquiera que podamos hablar y escuchar sin pasar a la defensa y al ataque. Así es imposible que vivamos en comuníón (común-unión).
Union viene de Uno,
unirse es hacerse Uno.

Pero parece unirse primero hay que estar separado.
Y en esta realidad, ninguna cosa está separada de ninguna otra. Ninguna cosa está a parte de la realidad, o afuera de la realidad.
La realidad es una sola. Y es el todo. Nada escapa a ella.
No puedes alejarte de la realidad. No puedes acercate de la realidad.
Porque tú eres realidad.

Eres esclavo de lo que dices y dueño de lo que callas

Pero aún cuando callas sigues siendo el silencioso esclavo de lo que piensas.
El engaño consiste en creer que eres tú el que piensa.
Si es así ¿puedes dejar de pensar?
Tampoco puedes dejar de respirar. Ni de latir tu corazón. O de hacer crecer tu cabello. Ni dejar de hacer la digestión.
Esto sucede de forma involuntaria. Inconsciente.
Pero se puede hacer consciente.

Cuando eres consciente de lo que piensas, lo que piensas cambia. Entonces tu vida entera cambia.
Entonces pareciera que el mundo entero cambiara. Como cuando estás enamorado. Todo está vivo. Todo respira contigo.

Mientras tanto seguirás dormido. Soñando que eres libre de pensar lo que quieras. Cuando siempre estás pensando prácticamente lo mismo.
Las rejas de tu prisión son tus pensamientos, conocimiento, experiencia, memoria y las perspectivas a futuro.
Alguien que sabe mucho y está orgulloso de eso es igual que un preso que está orgulloso porque su celda en grande, hermosa y brillante.


MGU

martes, 7 de junio de 2016

La indecencia, ese gran invento del hombre

Indecencia, vulgaridad, obscenidad-- estas cosas estás estrictamente confinadas al hombre, él las inventó. Entre los animales superiores no hay rastro de ellas. Ellos no ocultan nada, no se avergüenzan. El hombre, con su mente sucia, se cubre a si mismo.
Un hombre nunca entraría en un salón con el torso desnudo, porque está tan predispuesto él y sus iguales para la sugestión indecente. El hombre "El animal que rie". Pero el mono también lo hace como apuntó Mr. Darwin, y como el Pájaro Australiano también lo hace.
No-- el hombre es el animal que se avergüenza. Él es el único que lo hace-- o que necesita hacerlo.


Mark Twain
(año 1896)

martes, 19 de abril de 2016

El Dios de Spinoza

Cuando Einstein daba alguna conferencia en las numerosas universidades de USA, la pregunta que le hacían los estudiantes era:
-¿Cree Ud. en Dios?
Y él respondía:
-Creo en el Dios de Spinoza.
El que no Había Leído a Spinoza se quedaba en las mismas…
Baruch de Spinoza fue un filósofo neerlandés considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés Descartes
Este es el Dios o Naturaleza de Spinoza:
Dios hubiera dicho:
"Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.
Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las
playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.
Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.
El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito...
¡No me encontrarás en ningún libro!
Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.
Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad?
¿Qué clase de dios puede hacer eso?
Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti.
Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.
Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.
Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?... ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?...
Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.
Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?
Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.
Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han
enseñado acerca de mí.
Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.
¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?
No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en ti".
Spinoza