miércoles, 27 de abril de 2011

El Ser Humano tiene una disfunción.

Sólo en el siglo 20, el ser humano, la especie a la que pertenecemos, ha matado a más de 140 millones de personas.

El sicoanalisis. Explicación del sufrimiento pero no fin del sufrimiento. (por J. Krishnamurti)

K: Si los médicos no han encontrado una causa física, ¿por qué busca usted una causa metafísica en el pasado remoto?¿Se comprende cualquier cosa por el hecho de conocer su causa? Si uno sabe por qué tiene miedo, ¿está por eso libre de miedo? Es posible averiguar la causa, pero ¿trae eso por sí mismo comprensión? Cuando dice usted que comprenderá el efecto si conoce la causa, quiere decir que se sentirá consolado al saber cómo ha sucedido esto, ¿verdad?

Interlocutor: Por supuesto; por eso quiero saber qué acción del pasado ha producido esta ceguera. Ciertamente sería muy consolador.

K: Entonces usted quiere consuelo, no comprensión.

I: ¿No son lo mismo? Comprender es hallar consuelo. ¿De qué sirve la comprensión si no reporta dicha?

K: Comprender un hecho puede ser perturbador, no tiene por qué traer dicha necesariamente. Usted quiere consuelo, y eso es lo que está buscando. Está perturbado por la dolencia de su hijo y quiere que algo le dé paz. A esa tranquilidad que busca la llama comprensión, pero lo que impulsa la búsqueda no es el comprender sino el sentirse consolado; su intención es hallar una manera de apaciguar su perturbación, y a eso le llama usted buscar la causa. Su mayor deseo es que lo adormezcan, tener tranquilidad, y busca un modo de lograrlo. Encontramos multitud de maneras de adormecernos: a través de Dios, ritos, ideales, la bebida, etc. Queremos huir de la perturbación, y una de las evasiones es la búsqueda de la causa.

I: ¿Por qué no habría de querer uno estar libre de desasosiego?¿Por qué no habría que eludir el sufrimiento?

K: ¿Acaso la evasión impedirá que uno sufra? Puede usted cerrarle la puerta a lo desagradable, a un temor; sin embargo, él sigue estando ahí detrás de la puerta, ¿no es cierto? Aquello que se reprime, aquello a lo que se pone resistencia, no se comprende, ¿verdad? Usted puede reprimir o disciplinar a un hijo, pero sin duda, eso no le ayuda a comprenderlo. Está buscando la causa a fin de evitar el dolor de la perturbación; con esa intención busca, y naturalmente hallará lo que busca. Existe la posibilidad de estar libre de sufrimiento sólo cuando uno observa su proceso, cuando uno se da cuenta de cada una de sus fases y percibe toda su estructura. Eludir el sufrimiento únicamente lo intensifica. La explicación de la causa no es la comprensión de la causa. Mediante la explicación no se libera uno del sufrimiento; el sufrimiento sigue existiendo, sólo que uno lo ha encubierto con palabras, con conclusiones, ya sean propias o de otro. El estudio de las explicaciones no es el estudio de la sabiduría; sólo es posible la sabiduría cuando las explicaciones cesan. Usted está buscando ansiosamente explicaciones que lo adormezcan, y las hallará; pero la explicación no es la verdad. La verdad llega cuando hay observación sin conclusiones, sin explicaciones, sin palabras.

El problema de los 2 hemisferios del cerebro.

El ser humano tiene 2 canales (o 2 mundos)
Los llamamos "la cabeza" y "el corazón". (o la razón y los sentimientos)

La cabeza o los pensamientos 
(la ciencia, el cálculo, el razonamiento, las palabras) (el hemisferio izq. del cerebro)
Es esa vocecita infernal que habla sin parar y quiere controlar nuestra vida. Quien le escribió el guion? Pues yo no. Pero que pena! Porque justamente soy YO el que quiere controlar mi vida al 100%. Entonces hace muy poco empecé a observarla. Y ALLI EMPEZO TODO A CAMBIAR!
Esa vocecita son nuestros pensamientos. Los seres humanos tenemos una disfunción en nuestro ser, la cual es la causa de nuestra infelicidad, la angustia, el miedo, y también el terrorismo y las guerras. Esa disfunción radica en IDENTIFICARSE con esa vocecita, es decir, en pensar que YO soy esa vocecita, que YO soy esos pensamientos.
Esa vocecita JAMAS nos dirá: SE FELIZ, VIVE TU VIDA, que al final, hagas lo que hagas, te morirás igual!
Ella quiere controlar la locura de nuestra vida. Algunos le llaman a esa vocecita nuestro "ego".
(a veces vemos gente por la calle que murmura sola, pues ellos piensan en voz alta) 
Esta voz razona muy bién y es muy lógica. Pero si buscamos la felicidad allí, estamos buscando en el lugar equivocado. Esa es la clave: no buscar la felicidad como una conclusión de nuestros pensamientos.
El ego es un gran tomador. Dice: "toma, compra, guarda más pa ti, y mas pa luego por si hace falta. No compartas más que te quedarás casi sin torta, etc" (porque calcula en forma matematica, o sea: que si tengo 1 y lo regalo me quedo sin nada.
Esa vocecita está alojada principal y físicamente en el Hemisferio Izquierdo de nuestro cerebro.
Wikipedia dice: "El hemisferio izquierdo, es la parte motriz capaz de reconocer grupos de letras formando palabras, y grupos de palabras formando frases, tanto en lo que se refiere al habla, la escritura, la numeración, las matemáticas y la lógica, como a las facultades necesarias para transformar un conjunto de informaciones en palabras, gestos y pensamientos."
El corazón (la intuición, los sentimientos, el instinto animal, el arte)
El corazón, o el alma, habla casi en silencio. Es nuestra intuicion (es curioso que se le suele llamar "intuición femenina") el instinto animal, nuestros sentimientos profundos, ilógicos e irracionales. Allí está el niño interior que sueña, baila, canta, y es enormemente feliz sin motivos. Como los bebés que no han aprendido a meter las palabras entre lo que ven y su capacidad de percibir. No piensan las cosas cuando las perciben. Ello perciben las cosas directamente usar las palabras de intermediario. Las palabras sirven para comunicarnos con otros, y para razonar.
Somos exclavos del lenguaje. Eso sepámoslo también. Intentar meter dentro de una palabra como por ejemplo Amor es un crimen. Porque el amor no se puede decir en una palabra. Quizá se pueda demostrar con hechos y trabajo pero meter todo el amor en una palabra es un “crimen contra la humanidad”.
Nota: Las palabras son peldaños que nosotros construimos a propósito para saltar de inmediato a la idea, al concepto. Y en esa idea nos encontramos con el otro. Sino somos exclavos de las palabras y de los pensamientos (que están hechos SOLO de palabras)
El corazón no cuestiona. No pregunta. Acepta. Mira todo lo que hay y actua. No piensa en actuar, ni pensando en lo que pasará cuando haya terminado de actuar.
El corazón, nuestra capacidad de percibir, la intuición, nuestro niño interior, nuestros deseos profundos o sueños, está en el otro hemisferio.
El corazón dice "Da mas, da mas y mas". Ayuda sin pedir nada a cambio. Es una madre que da la vida por su hijo en cuanto haga falta, y conozco muchas que se degradan cuando son madres pero sin suicidarse (con sobrepeso o depresion). O sea anteponen todo por sus hijos, incluyendo su vida, sus deseos y su felicidad, y engordan y se deprimen mucho, pero no les importa, porque se sacrifican por sus hijos y saben que eso es más importante.

Wikipedia dice:
El hemisferio derecho gobierna tantas funciones especializadas como el izquierdo. Su forma de elaborar y procesar la información es distinta del hemisferio izquierdo. No utiliza los mecanismos convencionales para el análisis de los pensamientos que utiliza el hemisferio izquierdo. Es un hemisferio integrador, centro de las facultades viso-espaciales no verbales, especializado en sensaciones, sentimientos, prosodia y habilidades especiales; como visuales y sonoras no del lenguaje como las artísticas y musicales.

Alrededor del mundo, la educación en las escuelas ponen la prioridad de este modo:
Mates y Lengua,
Geografía e Historia
(luego otras materias...)
y al final de todo las artes
Música
Plastica
y sólo si hay mucha suerte encontrarás Teatro.

O sea que con la educación entrenamos el hemisferio izquierdo pero el derecho queda muy débil.
Esto responde a la pregunta de por qué tenemos bebés felices, niños felices, y adultos infelices.
Porque el hemisferio derecho es nuestro contacto con la realidad de las cosas, con las cosas que no se pueden ver con los ojos, ni calcular con la calculadora ni razonar. Pero sí que se pueden intuir, percibir y hacer. Como el amor de una madre o un padre por su hijo. El amor no se puede razonar. Simplemente porque el verdadero amor es infinito y lo infinito no entra en el pensamiento que es limitado y finito. La felicidad y el gozo de vivir son la respuesta a un enorme amor por cada instante de esta vida. Si pienso en mi vida no la comprendo en realidad. Porque la vida, el amor, y la felicidad plena (o el concepto de Dios) no puedo comprenderlos pensando y razonando. Simplemente no se puede. No es algo que la mente pueda hacer. Es algo que puedo percibir o comprender con mi Ser. Y no se hace en relación al tiempo. Es algo que sucede eternamente, como el “ahora”. El instante del “ahora” es eterno.

Si comenzamos a educar a nuestros niños con el primer de que objetivo que de sigan siendo felices y al mismo tiempo aprendar un oficio o profesión, el mundo sería muy diferente. 

Sería un mundo lleno de personas felices con lo que tienen, tratando de mejorar para poder disfrutar aún más pero sin obsesiones, sin buscar fuera de sí mismos una referencia. Lleno de personas honestas dispuestas ayudar a un extraño siempre, pues sabemos que los extraños y los amigos son exactamente las mismas personas. No habría guerras ni tantos conflictos autodestructivos. No habría tanto miedo ni odio que son casi la misma cosa.

martes, 26 de abril de 2011

¿Que es la religión? ¿Que es llevar una vida "religiosa"? (por J. Krishnamurti)

"Hay esperanza en los hombres, no en la sociedad, no en los sistemas ni en los credos religiosos organizados, sino en vosotros y en mí". Las religiones organizadas, con sus mediadores, sus libros sagrados, sus dogmas, sus jerarquías y sus rituales, sólo ofrecen una falsa solución al problema fundamental. "Cuando citáis la Bhagavad Gita, o la Biblia, o algún libro sagrado chino, ¿qué hacéis, acaso, sino repetir? Y lo que repetís no es la verdad. Es una mentira, porque la verdad no puede repetirse". Una mentira puede ampliarse, exponerse y repetirse, pero no puede hacerse lo mismo con la verdad. Cuando la verdad se repite, deja de ser la verdad; por eso los libros sagrados no tienen importancia. Es a través del conocimiento propio, no a través de la creencia en símbolos originados por otros, como el hombre llega a la realidad, eterna en que está arraigado su ser. La creencia en la perfección y en el valor supremo de cualquier conjunto determinado de símbolos no conduce a la liberación, sino a la historia, a la repetición de los viejos desastres de siempre. "La creencia tiene un inevitable efecto separatista. Si tenéis una creencia, si buscáis seguridad en vuestra particular creencia, os sentís separados de aquellos que buscan seguridad en alguna forma de creencia. Todas las creencias organizadas se basan en la separación aunque prediquen la fraternidad". El individuo que ha resuelto el problema de sus relaciones con los dos mundos de hechos y símbolos, es un individuo sin creencias. Con relación a los problemas de la vida práctica, mantiene hipótesis viables que le sirven para realizar sus propósitos, y a las cuales no concede más importancia que a cualquier otra clase de instrumento. En cuanto se refiere al prójimo y a la realidad en que se afinca su vida, tiene las vivencias directas del amor y la comprensión. Es con el fin de librarse de las creencias que Krishnamurti "no ha leído ningún libro sagrado, ni la Bhagavad Gita, ni las Upanishads". Nosotros ni siquiera leemos obras sagradas; nos conformamos con leer periódicos, revistas e historietas detectivescas de nuestra preferencia. Esto quiere decir que nos enfrentamos a la crisis de nuestro tiempo, no con amor y comprensión, sino con "fórmulas, con sistemas", que en verdad tienen muy poco valor. Pero "los hombres de buena voluntad no deben tener fórmulas", porque las fórmulas conducen inevitablemente a "la ceguera del pensamiento". El apego a las fórmulas es casi universal. Y es inevitable que así sea, "porque nuestra educación se basa en qué pensar, y no en cómo pensar". Se nos educa como miembros creyentes y militantes de algún grupo: comunista, cristiano, mahometano, hindú, budista o freudiano. Por tanto, "respondéis al reto, que es siempre nuevo, de acuerdo con una norma vieja, y de ahí que la respuesta carezca de validez, de originalidad y frescor. Si respondéis como católico o como comunista, estáis respondiendo ‑¿no es verdad?- de acuerdo con el pensamiento condicionado. En consecuencia, vuestra respuesta no tiene sentido. ¿Y no es el hindú, el musulmán, el budista, el cristiano quienes han creado este problema? Así como la nueva religión es el culto del Estado, la vieja religión era el culto de una idea. "Si respondéis a un reto según el viejo condicionamiento, vuestra respuesta no os permitirá comprender el nuevo reto. Por eso, "lo que uno tiene que hacer para enfrentar el reto nuevo es librarse, despojarse enteramente del trasfondo, encararse con el reto de un modo nuevo". En otras palabras, los símbolos jamás deben elevarse a la categoría de dogmas, y ningún sistema debe considerarse más que como una conveniencia provisional. El creer en fórmulas, y los actos que de esas creencias se derivan, no pueden conducimos a una solución de nuestro problema. "Es sólo a través de la comprensión creadora de nosotros mismos como puede surgir un mundo creador, un mundo feliz, un mundo en que no existan ideas". Un mundo en que no existan ideas sería un mundo dichoso, porque sería un mundo sin las poderosas fuerzas que condicionan, que obligan a los hombres a emprender acciones impropias, sería un mundo sin los dogmas consagrados por la tradición que sirven para justificar los peores crímenes y dar estudiados visos de razón a los mayores desatinos.

¿Dios ayuda?

"A partir del momento en que uno se compromete definitivamente con uno mismo, la providencia también se mueve. Ocurre todo tipo de eventos que lo ayudan a uno, los cuales no hubieran ocurrido de otro modo... incidentes, ayuda material y encuentros inesperados, que ningún hombre hubiera soñado recibir de esta manera"

Johann Wolfgang von Goethe

La división entre países.

Las fronteras entre países son meras opiniones políticas, porque si uno camina por allí no ve ninguna línea. Simplemente porque no la hay. Esa división es un acuerdo social y político. Algo artificial inventado por el Hombre. Muchas guerras han sido debido a esta línea invisible.
Seamos conscientes de esto. Me pregunto de cuantas cosas como ésta somos realmente conscientes.
Tenemos una capacidad extraordinaria para aceptarlo todo. Y para luego así repetir patrones de conducta o para reaccionar de forma contraria (que es lo mismo que repetir pero de forma opuesta).
No aceptemos todo lo que nos dicen sin primero revisar si nos sirve. Tengamos capacidad de discernir. Criterio.
(incluso a veces descartamos una verdad porque no nos gusta el mensajero, o porque es una persona "no fiable", como si las verdades o falsedades dependieran de quien las dice)
¿Cuántos pensamientos o ideas nuestras son verdaderamente nuestras y no una mera repetición?
La gente dice: "La vida es justa. Cada uno tiene lo que se merece."
y también: "Lo que no me mata me fortalece."
Hacemos las cosas por repetición y por tradición.

El verdadero aprendizaje es a través de la experiencia propia, no de la lectura de un libro o de escuchar a un maestro.

¿Fueron o son tus padres un verdadero ejemplo de personas plenamente felices y agradecidas con la vida?
Sócrates pedía el discernimiento, el pensar por uno mismo. Lo sentenciaron a muerte. Lo mataron porque eso "alteraba el orden".


Alguien se acercó una vez a Sócrates para contarle el último rumor:

- Voy a contarte la última noticia que se comenta en Atenas sobre nuestro amigo X.

- Antes de contármela, dime primero ¿lo averiguaste tu mismo, o solo te lo han contado?

- Me lo han contado, pero lo dan por cierto.

- O sea ¿qué no puedes estar totalmente seguro porque no lo has podido averiguar tu mismo. Solo piensas que es cierto ¿exacto?

- Efectivamente, así es.

- Y dime, la transmisión de esta "noticia" ¿va a beneficiar a nuestro amigo?

- No exactamente. De hecho, podría ... perjudicarle.

- Otra cosa para terminar, ¿escucharlo me resultará provechoso en algo, me aportará algo de lo que carezco ahora?

- La verdad es que no. No es más que una noticia.

- Sí. Y por lo que entiendo, una noticia que ni puedes certificar que es cierta, ni va a beneficiar a nuestro amigo, ni me va a proporcionar algo útil. Así que si no es cierta, ni bondadosa ni útil, no me comentes esta noticia y permíteme que te recomiende que tu mismo la olvides.


Aquí 2 frases de A. Einstein.
"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo."
"La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa."
Una de Henry Ford.
"Tú puedes decir que puedes hacerlo o que no puedes. Y en los dos casos tienes razón".

Unas ideas

Un par de cosas para encontrar el gozo de vivir, la alegría de estar vivo, la felicidad y la dicha, que me parecen muy piolas:


Observa siempre tus pensamientos. Pero hablo de observar sin analizar, sin culpar ni justificar. Solo observar, y allí comienza el "despertar".
Estar siempre atento Y muuuuy tranquilo. Así se pueden ver los problemas con claridad y pensar con claridad también. (las emociones fuertes no sirven, abandonalas, reducelas)
Aceptar la realidad tal como es.
Vive sin violencia.
Autoreferencia. (no buscar referencia en algo externo a nosotros)
Vive con pureza.
Tener integridad (pienso y actuo acorde a ese pensamiento)
Usa siempre la verdad.
Autosincerarse. (no reaccionar sino elegir lo que YO quiero pensar y hacer)
Vive con sencillez.


Todo esto bién hecho suele despertar la consciencia de uno, y estar feliz por el simple hecho de darse cuenta de que estamos vivos (hay gente que parece que aún no se dio cuenta). Entonces podemos vivir al 100% en el presente.
La vida, es un movimiento, un proceso, si encontramos su ritmo, que se llama "presente", podemos vivir como un barquito a vela que navega por el río, empujado por el viento.
Eso se llama vivir sin esfuerzo. El presente tiene una fuerza tremenda, pero nuestra cabeza viaja al pasado y al futuro, y en esos momentos no vivimos el presente. (el pasado y el futuro son una ilusión, igual que el tiempo "sicológico". El tiempo del reloj, es tiempo "físico")

La felicidad, la dicha, llega cuando no nos estamos esforzando, cuando hacemos una pausa en nuestro pensar, detenemos el pensamiento, detenemos las palabras y las ideas, y podemos observar la tremenda cantidad de belleza que nos regala el existir.
Más cerca de la naturaleza hay más belleza, más información en las cosas que vemos. Encerrado en una pieza no hay muchas cosas para ver.
Hay que salir de uno mismo, y mirar afuera las cosas que hay, todos los procesos, todo ese movimiento de la vida, esa danza. Todo eso es tan hermoso si uno se detiene a mirar sólo con los ojos y no con el pensamiento, que emociona el descubrirlo. Todo eso es un regalo infinito.
La vida es un camino y al final está la muerte.
No te tomes nada tan en serio, ni tampoco vayas tan rápido.
Disfrutá del paseo que no hay más que eso. No esperes más que eso. Es solo un momento. No cuentes con nada seguro, excepto con la muerte. Y todo lo que te dé la vida, tómalo como un regalo.

Aclaración acerca del tiempo:
Lo único real es el presente. El pasado es inalterable y el futuro es lo que en este momento (y siempre) se está convirtiendo en presente.  El futuro no se puede cambiar ni fijar, es incierto, es su naturaleza, su definición.
El miedo suele ser una combinación de pensamiento + tiempo, es decir que tenemos miedo que me ocurra mañana lo que ayer me ocurrió, o miedo a que nunca me ocurra lo que a otros sí ya les pasó. O miedo por no saber lo que ocurrirá. No hay miedo en el presente, siempre y cuando no estés en peligro físico, y si estás sentado ahora leyendo esto que es tan poco serio, es que no corres peligro físico real. O si?
Si que existe el tiempo real, por ejemplo: necesito tiempo para aprender un idioma, pero este tiempo, de por sí, no trae miedos. Podemos planificar un poco, claro que es necesario, no se puede improvisar todo, pero estemos abiertos a todas las posibilidades. Igualmente que cuando alguien pide un favor tiene que estar abierto a que le digan que no, sin enojarse. Sino estaríamos exigiendo ese favor en vez de pedirlo.

Sincroniza tu vida con el presente y los miedos, angustias y ansiedades desaparecen en ese mismo instante en que lo puedes comprender.
 O sino contestame una pregunta que te hago ahora para que calle tu mente (al menos por 3 segundos):
Tienes algun problema ahora? Pero digo Ahora. No dentro de 10 minutos o dentro de una shoras o mañana o el la semana que viene... Tienes algún problema AHORA?


Claro que has pensado que no. Pero luego tu mente empieza a hablar y dice: "Pero lo que pasa es que..."

No hay problemas en el AHORA real porque no hay tiempo. Solo está el infinito instante que es el ahora. El momento "Ahora" dura la eternidad. El pasado y el futuro son una ilusión, un pensamiento.

El sentido de la vida (por J. Krishnamurti)

Pregunta: Vivimos, pero no sabemos por qué. Para muchísimos de nosotros, la vida parece no tener sentido alguno. ¿Puede usted decirnos cuál es el sentido y el objeto de nuestro vivir?

Krishnamurti: Bueno, ¿por qué hacéis esa pregunta? ¿Por qué me pedís que os diga cuál es el sentido de la vida, el objeto de la vida? ¿Qué entendemos por vida? ¿Tiene la vida un sentido, un objeto? ¿Acaso el vivir no es en sí su propio objeto, su propio sentido? ¿Por qué queremos más? Como estamos tan descontentos de nuestra vida, como ella es tan vacía, tan inarmónica, tan monótona ‑hacer la misma cosa una y otra vez-, deseamos algo más, algo que esté más allá de lo que hacemos. Puesto que nuestra vida diaria es tan hueca, tan insípida, tan sin sentido, tan aburrida, tan intolerablemente estúpida, decimos que la vida debe tener un sentido más amplio; y es por eso que formuláis esa pregunta. No hay duda de que un hombre cuya vida es muy rica, un hombre que ve las cosas como son y está contento con lo que tiene, no está confuso; él tiene claridad, y por tanto, no pregunta cuál es el objeto de la vida. Para él, el hecho mismo de vivir es el comienzo y el fin. Nuestra dificultad, pues, es que siendo vacía nuestra vida, deseamos hallarle un objeto y luchar por él. Tal objeto de la vida puede ser tan sólo idea, sin realidad alguna; y cuando el objeto de la vida es buscado por una mente estúpida, torpe, por un corazón vacío, ese objeto será también vacío. Nuestro problema, por lo tanto, es como hacer nuestra vida rica, no de dinero y todo lo demás, sino interiormente rica, lo cual no es cosa secreta. Cuando decís que el objeto de la vida es ser feliz, es encontrar a Dios, ese deseo de encontrar a Dios es por cierto una evasión de la vida, y vuestro Dios es simplemente una cosa conocida. Sólo podéis abriros camino hacia un objeto que conocéis; y si construís una escalera hacia eso que llamáis Dios, eso por cierto no es Dios. La realidad sólo puede comprenderse en el vivir, no en la evasión. Cuando le buscáis un objeto a la vida, en realidad os escapáis y no comprendéis qué es la vida. La vida es relación, acción en la relación; y cuando no comprendo mis relaciones, o cuando la relación es confusa, busco un sentido más completo. ¿Por qué es tan vacía nuestra vida? ¿Por qué somos tan solitarios, tan frustrados? Porque jamás hemos mirado dentro de nosotros mismos y no nos hemos comprendido a nosotros mismos. Nunca admitimos que esta vida es todo lo que conocemos, y que por lo tanto debiera ser comprendida plena y completamente. Preferimos huir de nosotros mismos, y es por eso que buscamos el objeto de la vida lejos de la vida de relación. Mas si empezamos a comprender la acción ‑que es nuestra relación con la gente, con la propiedad, con las creencias e ideas-, entonces hallaremos que la relación trae por sí su propia recompensa. No tenéis que buscar. Es como buscar el amor. ¿Podéis encontrar el amor buscándolo? El amor no puede ser cultivado. Sólo encontraréis el amor en la vida de relación, no fuera de ella; y es porque no tenemos amor que deseamos que la vida tenga un objeto. Cuando hay amor ‑que es su propia eternidad-, entonces no hay busca de Dios, porque el amor es Dios.
Es porque nuestra menté está llena de tecnicismos y supersticiosas musitaciones, que nuestra vida es tan vacía; y es por eso que buscamos un objeto más allá de nosotros mismos. Para encontrar el objeto de la vida, debemos pasar por la puerta de nosotros mismos; pero consciente o inconscientemente evitamos enfrentar las cosas como son en sí mismas, y de ese modo deseamos que Dios nos abra una puerta que esta más allá. Esta pregunta sobre el objeto de la vida, la formula tan sólo aquel que no ama; y el amor sólo puede hallarse en la acción, que es relación.

Canto a mí mismo (Walt Whitman)

Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.

Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.

El hombre Sabio (por Carlos Castaneda)

El hombre sabio vive actuando, no pensando en actuar, ni pensando en lo que pasará cuando haya terminado de actuar.... Él sabe que su vida habrá terminado demasiado pronto; él sabe, porque él ve, que nada es más importante que ninguna otra cosa, Así pues el hombre sabio suda y resopla y si uno lo observa es igual a cualquier otro hombre, excepto que él controla la locura de su vida. Ya que nada es más importante que ninguna otra cosa, el hombre sabio, el hombre de conocimiento, escoge cualquier acto, y actúa como si le importara. El control que tiene sobre su locura le impulsa a decir que su actuación importa y hace que actúe como si importara, y sin embargo sabe que no es así; de modo que cuando cumple con sus actos, se retira en paz, y el hecho de que sus actos hayan sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa que le preocupe.

Introspección o comprensión? (por J. Krishnamurti)

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre introspección y comprensión? ¿Quién, en la comprensión, comprende?
Krishnamurti: Examinemos primero lo que entendemos por introspección. Por introspección entendemos el mirar dentro de uno mismo, el examinarse a sí mismo. ¿Por qué se examina uno a sí mismo? A fin de mejorar, de cambiar, de modificarse. Es decir, practicáis la introspección para llegar a ser "algo", pues de otro modo no os entregaríais a la introspección. No os examinaríais si no existiese el deseo de modificaros, de cambiaros, de haceros diferentes de lo que sois. Esa, por cierto, es la razón evidente de la introspección. Soy iracundo, y para librarme de la ira, o hacer que ésta cambie o se modifique, me examino mediante la introspección. Donde hay introspección ‑que es el deseo de modificar o cambiar las respuestas, las reacciones del "yo"- hay siempre un fin en vista; y cuando ese fin no se logra, hay mal humor, depresión. La introspección, pues, siempre va acompañada de depresión. No sé si habéis advertido que cuando practicáis la introspección, cuando miráis dentro de vosotros mismos a fin de cambiaros, siempre hay una ola de depresión. Siempre hay una ola de mal humor contra la cual tenéis que batallar; necesitáis examinaros de nuevo para sobreponeros a ese estado de ánimo, y así sucesivamente. La introspección es un proceso en el que no hay liberación, porque es un proceso de transformar lo que uno es en algo que no es. Es evidente que esto, exactamente, es lo que ocurre cuando practicamos la introspección, cuando nos entregamos a ese acto en particular. En ese acto existe siempre un proceso acumulativo: el del "yo" que examina algo con el objeto de cambiarla. Hay siempre, pues, un conflicto de dualidad, y por lo tanto, un proceso de frustración. Jamás hay una liberación y, comprendiendo esa frustración, uno se siente deprimido.
La comprensión es enteramente diferente. La comprensión es observar sin condenar. La comprensión produce entendimiento porque no hay condenación ni identificación, sino observación silenciosa. Si quiero comprender algo, debo observarlo; no debo criticar, no debo condenar, no debo perseguirlo cuando es placer, ni evitarlo cuando no es placer. Lo único que debe haber es silenciosa observación de un hecho. No hay un fin en vista, sino comprensión de todo lo que va surgiendo. Esa observación, y la comprensión de esa observación, cesan cuando hay condenación, identificación o justificación. La introspección es mejoramiento de uno mismo, y, por lo tanto, la introspección es egocéntrica. La comprensión no es mejoramiento del "yo". Por el contrario, es la terminación del "yo", con toda su idiosincrasia y peculiares recuerdos, exigencias y empeños. En la introspección hay identificación y condenación. En la comprensión no hay condenación ni identificación; por consiguiente no hay mejoramiento del "yo". Entre ambas hay una enorme diferencia.
El hombre que desea mejorarse a sí mismo jamás puede comprender, porque el mejoramiento implica condenación de algo y logro de un resultado; mientras que en la comprensión hay observación sin condenación, sin negación ni aceptación. La comprensión empieza con las cosas externas, dándose uno cuenta de los objetos, de la naturaleza, y estando en comunión con ellos. Primero hay percepción de las cosas que a uno le rodean, el ser sensible a los objetos, a la naturaleza; después de la gente, lo cual significa relación, y luego está la comprensión de las ideas. Esa comprensión, el ser sensible a las cosas, a la naturaleza, a la gente, a las ideas, no está hecho de procesos separados, sino que es un proceso unitario. Es una constante observación de todo, de todo pensamiento, sentimiento y acción, a medida que surgen dentro de uno mismo. Como la comprensión no es condenatoria, no hay acumulación. Condenáis tan sólo cuando tenéis una norma, lo cual significa que hay acumulación, y por lo tanto mejoramiento del "yo". Comprensión es el entendimiento de las actividades del "yo", en su relación con las personas, con las ideas y con las cosas. Esa comprensión es de instante en instante, y, por lo tanto, no puede ser practicada. Cuando practicáis una cosa, se convierte en hábito; y la comprensión no es hábito. Una mente que actúa por hábito es insensible; una mente que funciona dentro del surco de determinada acción es torpe, rígida. El "darse cuenta", antes bien, requiere constante flexibilidad, vigilancia. Esto no es difícil. Es lo que hacéis cuando estáis interesados en algo, cuando os interesa observar a vuestro hijo, a vuestra esposa, cuidar vuestras plantas, mirar los árboles, las aves. Observáis sin condenación, sin identificación. En esa observación, por lo tanto, hay completa comunión; el observador y lo observado están en comunión completa. Esto ocurre efectivamente cuando estáis hondamente profundamente interesados en algo.
Hay, pues, una enorme diferencia entre la comprensión y el mejoramiento expansivo del "yo" en la introspección. La introspección conduce a la frustración, a nuevos y mayores conflictos. La comprensión, en cambio, es un proceso de liberación dé la acción del "yo", y consiste en daros cuenta de vuestros diarios movimientos, de vuestros pensamientos y sentimientos, de vuestros actos, y en daros cuenta de otra persona, en observarla. Eso podéis hacerlo tan sólo cuando amáis a alguien, cuando os halláis hondamente interesados en algo. Y cuando yo quiero conocerme a mí mismo, todo mi ser, todo el contenido de mí mismo y no una o dos capas tan sólo, es obvio que no debe haber condenación. Tengo entonces que estar abierto a todo pensamiento, a todo sentimiento, a todos los estados de ánimo, a todas las represiones; y a medida que hay más y más comprensión expansiva, más y más libre me hallo de todo el movimiento oculto de los pensamientos, móviles y empeños. De suerte que la comprensión es libertad, ella trae libertad, ella brinda libertad. La introspección, en cambio, fomenta el conflicto, el proceso de autoencierro; siempre hay en ella, por lo tanto, frustración y miedo.
El interlocutor desea también saber quién es el que comprende. ¿Qué ocurre cuando tenéis una profunda vivencia de cualquier índole? Cuando tenéis tal vivencia, ¿os dais cuenta de que estáis experimentándola? Cuando os sacude la ira, en la fracción de segundo de ira, o de celos, o de júbilo, ¿os dais cuenta de que estáis gozosos o de que estáis encolerizados? Tan sólo cuando la vivencia ha terminado, surge el experimentador y lo experimentado. Entonces el experimentador observa lo experimentado, el objeto de la experiencia. En el momento de la vivencia, no hay observador ni cosa observada: sólo existe la vivencia. Pero la mayoría de nosotros no "vivenciamos". Siempre nos hallamos fuera del estado de vivencia, y es por ello que formulamos la pregunta de quién es el observador, quién es el que percibe. Tal pregunta, por cierto, es equivocada, ¿verdad? En el momento en que hay vivencia, no existen la persona que percibe, que comprende, ni el objeto del que ella se da cuenta. No hay observador ni cosa observada, sino tan sólo un estado de vivencia. La mayoría de nosotros encontramos que es extremadamente difícil vivir en un estado de vivencia, porque ello exige extraordinaria flexibilidad, presteza, un alto grado de sensibilidad; y eso resulta imposible cuando deseamos triunfar, cuando tenemos un fin en vista, cuando calculamos, todo lo cual trae frustración. Pero el hombre que nada exige, que no persigue una finalidad, que no anda en busca de un resultado con todo lo que ello implica, un hombre así se halla en estado de constante vivencia. Todo tiene entonces un movimiento, un significado, y nada es viejo, nada se carboniza, nada resulta repetido, porque lo que es jamás es viejo. El reto es siempre nuevo. Sólo la respuesta al reto es lo pasado; y lo pasado crea más residuo, que es el recuerdo, el observador, que se separa de lo observado, del reto, de la experiencia.
Podéis experimentar con esto por vosotros mismos de un modo muy simple y muy fácil. La próxima vez que estéis encolerizados o celosos, o que sintáis codicia, o que seáis violentos o lo que sea, observaos a vosotros mismos. En ese estado "vosotros" no existís. Sólo hay ese estado del ser. Pero al momento, al segundo siguiente, dais nombre y definís el sentimiento, le llamáis celos, ira, codicia. Habéis, pues, creado de inmediato el observador y lo observado, el experimentador y lo experimentado. Cuando hay experimentador y cosa experimentada, el experimentador procura modificar la experiencia, cambiarla, recordar cosas con ella asociadas, y lo demás. Mantiene, por lo tanto, la división entre sí mismo y lo experimentado. Pero si no dais nombre a ese sentimiento ‑lo que significa que no buscáis un resultado, que no condenáis, que simplemente os dais cuenta del sentimiento, en silencio-, entonces veréis que en ese estado de sentir, en vivencia, no hay observador ni cosa observada. El observador y lo observado, en efecto, son un fenómeno concomitante ‑existen conjuntamente-, sólo hay vivencia.
De suerte que la introspección y la comprensión son enteramente diferentes. La introspección lleva a la frustración, a mayor conflicto, puesto que en ella está implícito el deseo de cambio, y el cambio es mera continuidad modificada. La comprensión es un estado en el que no hay condenación, justificación ni identificación, y en el que, por lo tanto, hay entendimiento, y en ese estado de pasiva comprensión, no existe el experimentador ni lo experimentado.
La introspección, que es una forma de mejoramiento, de expansión del "yo", jamás podrá conducir a la verdad porque es siempre un proceso de encierro en uno mismo; mientras que la comprensión es un estado en el que la verdad puede manifestarse: la verdad de lo que se es, la simple verdad de la existencia diaria. Es sólo cuando comprendemos la verdad de la existencia diaria, cuando podemos ir lejos. Debéis empezar cerca para ir lejos; pero la mayoría de nosotros queremos saltar, empezar lejos sin comprender lo que está cerca. A medida que comprendemos lo cercano, encontraremos que no existe distancia entre lo cercano y lo lejano. No hay distancia alguna: el comienzo y el fin son uno solo.

lunes, 25 de abril de 2011

Invitación - Charla abierta en Barcelona entre el 6 y 18 de Julio de 2011

Estamos organizando una charla en Barcelona. La fecha aún es a confirmar pero será en un principio entre el 6 y el 19 de Julio.
Será un diálogo abierto donde seré el moderador de la charla.
Los temas iniciales serán los temas propuestos en este Blog.
Cada asistente podrá libremente proponer temas y preguntas.
A medida que sepamos la fecha y el lugar exacto, iré actualizando estos datos en este Blog.
Si te interesa puedes "seguir" este Blog por email también, para ello puedes escribir tu dirección de email aquí a la derecha justo debajo de donde dice "Seguir por email" y luego cliquear en el botón de "Submit".

Por que somos tan infelices?

Necesitamos dar un salto en la evolucion. Evolucion no es pasar del garrote a la bomba atomica. La palabra progreso no tiene sentido mientras haya 16 personas, incluidos bebes y niños, muriendo a cada minuto de nuestra vida por hambre en nuestro mundo.
Todo tiene relación: la destrucción del planeta (medioambiente), la tremenda infelicidad de las personas, el abandono de las religiones y de la politica por parte de los mas jovenes, el valor le damos al dinero y al poder, y el desprecio por el arte, el ocio, el amor y la compasion.
Todos los problemas son el mismo.
Tu que piensas?

domingo, 24 de abril de 2011

Vivir sin esfuerzo (por J. Krishnamurti)

¿Alguna vez se han preguntado por qué, a medida que la gente envejece, parece perder toda la alegría de vivir? Al presente casi todos ustedes, los jóvenes, son bastante felices; tienen sus pequeños problemas, están los exámenes que los inquietan, pero a pesar de estas preocupaciones hay en la vida de ustedes cierta alegría, ¿no es así? Existe una espontánea, fácil aceptación de la vida, un mirar las cosas jovial y dichosamente. ¿Y por qué, a medida que envejecemos, parecemos perder esa jubilosa insinuación de algo que está más allá, algo de mayor significación? ¿Por qué tantos de nosotros, cuando llegamos a la llamada madurez, nos volvemos torpes, insensibles a la alegría, a la belleza, a los cielos abiertos y a la tierra maravillosa?

¿Saben?, cuando uno se formula esta pregunta, son muchas las explicaciones que acuden a la mente. Una explicación es que estamos muy ocupados con nosotros mismos. Luchamos para llegar a ser “alguien”, para alcanzar y mantener cierta posición; tenemos hijos y otras responsabilidades, y tenemos que ganarnos la subsistencia. Todas estas cosas externas pronto nos abruman y, en consecuencia, perdemos la alegría de vivir. Miren los rostros más viejos que los rodean, vean qué tristes son casi todos, qué llenos de ansiedad y más bien enfermos se los ve, qué retraídos, solitarios y a veces neuróticos, sin una sola sonrisa... ¿No se preguntan por qué? Y aun cuando sí se lo preguntan, casi todos parecen satisfacerse con meras explicaciones.

Ayer en la tarde vi una embarcación que navegaba río arriba a toda vela, llevada por el viento del Oeste. Era un bote grande, cargado con leña para la ciudad. El sol se estaba poniendo, y este bote recortado contra el cielo era asombrosamente bello. El botero sólo lo guiaba, no había ningún esfuerzo porque el viento hacía todo el trabajo. De igual manera, si cada uno de nosotros pudiera comprender el problema del esfuerzo y el conflicto, entonces creo que podríamos vivir sin esforzarnos, dichosamente, con una sonrisa en el rostro.

Pienso que es el esfuerzo lo que nos destruye, esta lucha en que gastamos casi todos los instantes de nuestra vida. Si observan a las personas mayores que los rodean, verán que para la mayoría de ellas la vida es una serie de batallas consigo mismas, con sus esposas o sus maridos, con sus vecinos, con la sociedad; y esta lucha incesante disipa la energía. El hombre que conoce la alegría, que es realmente feliz, no está preso en el esfuerzo. Vivir sin esfuerzo no significa que uno tenga que vegetar, que tenga que ser torpe, necio; por el contrario, sólo el hombre sabio, extraordinariamente inteligente, está en verdad libre del esfuerzo, de la lucha.

Pero ya ven, cuando oímos hablar de vivir sin esfuerzo, deseamos ser así, queremos alcanzar un estado en el cual no tendremos lucha ni conflicto; de modo que hacemos de eso nuestra meta, nuestro ideal y nos esforzamos por lograrlo; y tan pronto hacemos esto, hemos perdido la alegría de vivir. Estamos nuevamente atrapados en el esfuerzo, en la lucha. El objeto de la lucha varía, pero toda lucha es esencialmente lo mismo. Uno puede luchar para producir reformas sociales, o para encontrar a Dios, o para crear una relación mejor entre uno mismo y su esposa o marido, o con su vecino; uno puede sentarse a la orilla del Ganges, adorar a los pies de algún gurú, etcétera. Todo esto es esfuerzo, lucha. Lo importante, pues, no es el objeto de la lucha, sino comprender la lucha misma.

Ahora bien, ¿es posible que la mente no sólo advierta de manera casual que por el momento no está luchando, sino que esté por completo libre de la lucha durante todo el tiempo, de modo que descubra un estado de felicidad en que no existe el sentido de lo superior y lo inferior?

Nuestra dificultad estriba en que la mente se siente inferior, y por eso lucha para ser o llegar a ser algo, o para tender un puente sobre sus múltiples deseos contradictorios. Pero no nos entreguemos a explicaciones de por qué la mente está llena de luchas. Todo hombre que piensa sabe por qué existe la lucha tanto interna como externamente. Nuestra envidia, nuestra codicia, nuestra ambición, nuestro afán competitivo que conduce a una eficiencia despiadada, éstos son, obviamente, los factores que originan nuestra lucha, ya sea en este mundo o en el mundo del futuro. Por lo tanto, no tenemos que estudiar libros de psicología para saber por qué luchamos; y lo esencial, sin duda, es descubrir si la mente puede estar por completo libre de la lucha.

Después de todo, el conflicto es entre lo que somos y lo que deberíamos ser o quisiéramos ser. Pues bien, sin dar explicaciones, ¿puede uno comprender todo este proceso de lucha para que llegue a su fin? Como ese bote que se estaba moviendo con el viento, ¿puede la mente dejar de luchar? Por cierto que ésta es la pregunta, y no cómo alcanzar un estado en que no haya lucha. El esfuerzo mismo de alcanzar tal estado, es un proceso de lucha y, por lo tanto, ese estado nunca se alcanza. Pero si observamos de instante en instante cómo la mente queda atrapada en una lucha perpetua ‑si sólo observamos el hecho sin tratar de alterarlo, sin tratar de forzar en la mente cierto estado al que llamamos “paz”- entonces descubriremos que, con total espontaneidad, la mente cesa de luchar; y en ese estado puede aprender enormemente. Entonces el aprender no es meramente el proceso de reunir información, sino el descubrimiento de las extraordinarias riquezas que se encuentran más allá del alcance de la mente; y para la mente que hace este descubrimiento hay felicidad.