miércoles, 17 de agosto de 2016

El buscador es el que está en busca de sí mismo.


Abandone todas las preguntas excepto una: «¿quién soy yo?». Después de todo, el único hecho del que usted está seguro es que usted es. El «yo soy» es cierto. El «yo soy esto» no. Esfuércese en encontrar lo que usted es en realidad.
Para saber lo que usted es, primero debe investigar y conocer lo que usted no es.
Descubra todo lo que usted no es —el cuerpo, los sentimientos, los pensamientos, el tiempo, el espacio, esto o eso— nada, concreto o abstracto, que usted perciba puede ser usted. El acto mismo de percibir muestra que usted no es lo que usted percibe.
Cuanto más claro comprenda que en el nivel de la mente usted sólo puede ser descrito en términos negativos, tanto más rápidamente llegará al fin de su búsqueda y se dará cuenta de que usted es el ser sin límites.


Sri Nisargadatta Maharaj

Primera página del libro "Yo soy eso" de N. Maharaj

No soy esta persona, este cuerpo- mente, ni nada parecido
Como no puedo ser lo que percibo, no soy este cuerpo-mente ni nada de lo que pueda estar consciente.
Como cuerpo, usted está en el espacio. Como mente, usted está en el tiempo. ¿Pero es usted un mero cuerpo con una mente en él? ¿Ha investigado usted alguna vez?
¿Por qué no investiga usted la idea misma de un cuerpo? ¿Aparece la mente en el cuerpo o el cuerpo en la mente? Ciertamente debe haber una mente para concebir la idea «yo soy el cuerpo». Un cuerpo sin mente no puede ser «mi cuerpo». «Mi cuerpo» está invariablemente ausente cuando la mente está en suspenso. Está también ausente cuando la mente está profundamente inmersa en pensamientos y sensaciones.
Usted observa al corazón sentir, a la mente pensar, al cuerpo actuar; el acto mismo de percibir muestra que usted no es lo que usted percibe.
Lo percibido no puede ser el perceptor. Todo lo
que usted ve, oye, o piensa, recuerde —usted no es lo que acontece, usted es a quien todo eso acontece.
El deseo, el temor, los trastornos, el gozo, no pueden aparecer a menos de que usted esté aquí para que se le aparezcan. Sin embargo, acontezca lo que acontezca, todo apunta a su existencia como centro perceptor. No haga caso de los indicadores y sea consciente de lo que indican.
Dése cuenta de que todo modo de percepción es subjetivo, de que lo que se ve o se oye, se toca o se huele, se siente o se piensa, se espera o se imagina, está en la mente y no en la realidad, y usted experimentará paz y liberación del temor.
Cuando usted se da cuenta de que la distinción entre lo interior y lo exterior está sólo en la mente, usted ya no tiene miedo.
Usted no es el cuerpo ni está en el cuerpo —no hay ninguna cosa tal como el cuerpo. Usted se confunde gravemente a usted mismo; para comprender correctamente —investigue.
¡Usted no está en el cuerpo, el cuerpo está en usted! La mente está en usted. Ambos le ocurren a usted. Están aquí debido a que usted los encuentra interesantes.
Usted sólo sabe que usted reacciona. ¿Quién reacciona y a qué?, usted no lo sabe. Al contacto, usted sabe que usted existe, —«yo soy». El «yo soy esto», «yo soy eso» son imaginarios.
Para mi mismo yo no soy perceptible ni concebible; no hay nada que yo pueda señalar y decir: «esto soy yo». Usted se identifica con todo muy fácilmente; yo lo encuentro imposible. La sensación: «yo no soy esto o eso, ni nada es mío» es tan fuerte en mí que tan pronto como aparece una cosa o un pensamiento, viene inmediatamente la sensación «yo no soy esto».
Oiga usted lo que oiga, vea usted lo que vea, piense usted lo que piense, yo no soy eso. Yo estoy libre de ser un percepto, o un concepto.
Lo mismo que usted no puede ver su rostro, sino sólo su reflejo en el espejo, así usted sólo puede conocer su imagen reflejada en el espejo inmaculado de la presenciación pura. Vea las máculas y elimínelas. La naturaleza del espejo perfecto es tal que usted no puede verlo. Todo lo que usted puede ver será necesariamente una mácula. Apártese de ella, abandónela, conózcala como algo indeseado.
Una vez perfeccionado el espejo para que refleje correctamente, verdaderamente, usted puede
volver el espejo y ver en él un verdadero reflejo de usted mismo —verdadero hasta donde el espejo puede reflejar. Pero el reflejo no es usted mismo — usted es el veedor del reflejo. Compréndalo claramente —perciba usted lo que perciba, usted no es lo que usted percibe. Usted puede ver ambos, la imagen y el espejo. Usted no es ninguno de ambos.
Recuerde, nada de lo que usted percibe es suyo.
Lo que es realmente suyo propio —usted no es consciente de ello.
Usted no es nada de lo que pueda ser consciente.
Como debe haber algo inmutable para registrar lo discontinuo, no soy este cuerpo-mente, que no es ni continuo ni permanente.
La mente es discontinua. Una y otra vez se queda en blanco, como en el sueño profundo o en el desvanecimiento, o en la distracción. Debe haber algo continuo para registrar la discontinuidad. La memoria es siempre parcial, no fiable y evanescente. Ella no explica el fuerte sentido de identidad que impregna la consciencia, la sensación de «yo soy». Encuentre lo que está en la
raíz de ello.
Usted no puede ser consciente de lo que no cambia. Toda consciencia es consciencia del cambio. Pero la percepción misma del cambio — ¿no necesita un trasfondo inmutable?
Los cambios son inevitables en lo que cambia, pero usted no está sujeto a ellos. Usted es el trasfondo sin cambio, contra el que se perciben los cambios.
El sí mismo basado en la memoria es momentáneo. Pero ese sí mismo requiere una continuidad sin ruptura detrás de él. Usted sabe por experiencia que hay lagunas en las que su sí mismo es olvidado. ¿Qué lo trae de nuevo a la vida? ¿Qué le despierta a usted por la mañana? Debe haber algún factor constante que salva las lagunas en la consciencia. Si usted observa cuidadosamente, encontrará que incluso su consciencia diaria opera en destellos, con lagunas que se intercalan todo el tiempo. ¿Qué hay en las lagunas? Qué puede haber sino su ser real, que es atemporal; la mente y la ausencia de mente son uno para él.
Dése cuenta de que, piense usted lo que piense que usted es, se trata sólo de una corriente de aconteceres; de que mientras que todo acontece,
viene y va, sólo usted es, lo sin cambio entre lo cambiante, lo autoevidente entre lo inferido. Separe lo observado del observador y abandone las falsas identificaciones.
La sucesión de momentos transitorios crea la ilusión del tiempo, pero la realidad atemporal del ser puro no está en movimiento, pues todo movimiento requiere un trasfondo inmutable. El ser puro mismo es el trasfondo. Una vez que usted lo ha encontrado en usted mismo, usted sabe que nunca había perdido ese ser independiente, independiente de todas las divisiones y separaciones.
Lo real es sin cambio. Lo que cambia no es real, lo que es real no cambia. Ahora bien, ¿qué es en usted eso que no cambia? Mientras hay alimento, hay cuerpo y mente. Cuando el alimento se acaba, el cuerpo muere y la mente se disuelve. ¿Pero perece el observador? Es un hecho de experiencia efectiva que el sí mismo tiene ser independiente de la mente y del cuerpo. Es ser—presenciación— felicidad. La presenciación de ser es felicidad.
Usted debe darse cuenta de usted mismo como lo inmutable, detrás y más allá de todo lo que se mueve, el presenciador silente de todo lo que acontece.
Como la persona es un caudal cambiante de objetos mentales que yo, como sujeto, considero mi cuerpo-mente, no puedo ser una persona. Soy, pero no puedo ser esto o aquello.
No es usted quien desea, teme y sufre, sino la persona construida sobre el cimiento de su cuerpo por las circunstancias y las influencias. Usted no es esa persona.
La persona no es nunca el sujeto. Usted puede ver una persona, pero usted no es la persona.
Su ser una persona se debe a la ilusión del espacio y del tiempo; usted se imagina que está en un cierto punto y que ocupa un cierto volumen; su personalidad se debe a su autoidentificación con el cuerpo.
¿Cómo viene al ser la personalidad? Por la memoria. Identificando el presente con el pasado y proyectándolo en el futuro. Piense en usted mismo como momentáneo, sin pasado ni futuro, y su personalidad se disuelve.
El cuerpo-mente es como una habitación. Está aquí, pero yo no necesito vivir en ella siempre.
La persona es meramente el resultado de una incomprensión. En realidad, no hay ninguna cosa
tal. Las sensaciones, los pensamientos y las acciones corren ante el observador en sucesión inacabable, dejando su rastro en el cerebro y creando una ilusión de continuidad. Un reflejo del observador en la mente crea la sensación de «yo» y la persona adquiere una existencia aparentemente independiente. En realidad no hay ninguna persona, sólo el observador idenficándose a sí mismo con el «yo» y lo «mío».
Es porque el «yo soy» es falso por lo que quiere continuar. La Realidad no necesita continuar — sabiéndose a sí misma indestructible, es indiferente a la destrucción de las formas y expresiones. Para fortalecer y estabilizar el «yo soy» nosotros hacemos todo tipo de cosas —todo en vano, pues el «yo soy» tiene que ser reconstruido de instante en instante. Es un trabajo que no cesa y la única solución radical es disolver la sensación separativa de «yo soy tal y tal persona» de una vez por todas.
No es el «yo soy» lo que es falso, sino lo que usted cree que usted es. Yo puedo ver, más allá de la menor sombra de duda, que usted no es lo que usted cree ser.
Lo que es realmente suyo propio —usted no es consciente de ello. De lo que usted es consciente
no es usted ni suyo. Suyo es el poder de percepción, no lo que usted percibe. Es un error tomar lo consciente como la totalidad del hombre. El hombre es lo no consciente, lo consciente y lo supraconsciente, pero usted no es el hombre. Suya es la pantalla, la luz y también el poder de ver, pero la imagen no es usted.
Como es mi presencia, la que está siempre aquí y ahora, la que le otorga la cualidad de actual a cualquier acontecimiento, yo soy más allá del tiempo y el espacio. Nunca nací, ni tampoco moriré.
Tome la idea «yo he nacido». Usted puede tenerla por verdadera. No lo es. Usted jamás ha nacido, y jamás morirá. Es la idea lo que ha nacido y lo que morirá, no usted. Al identificarse a usted mismo con ella usted devino mortal.
Su error consiste en su creencia de que usted ha nacido. Usted no ha nacido nunca ni nunca morirá.
Entre lo recordado y lo actual hay un diferencia básica, que puede ser observada de momento en momento. En ningún punto del tiempo lo actual es lo recordado. Entre los dos hay una diferencia de cualidad, no sólo de intensidad. Lo actual es
inconfundiblemente actual. Usted no puede intercambiar los dos por ningún esfuerzo de voluntad o de imaginación. Ahora, ¿qué es lo que da esta cualidad única a lo actual? Obviamente, es el sentido de que usted está presente. En el recuerdo y en la anticipación hay una clara sensación de que es un estado mental bajo observación, mientras que, en lo actual, la sensación es primariamente la de estar presente y ser presenciador. Dondequiera que usted va, el sentido de aquí y ahora usted lo lleva consigo todo el tiempo. Ello significa que usted es independiente del espacio y del tiempo, que el espacio y el tiempo están en usted, no usted en ellos. Es su autoidentificación con el cuerpo, que, por supuesto, es limitado en el espacio y el tiempo, el que le da a usted la sensación de finitud. En realidad usted es infinito y eterno.