lunes, 28 de noviembre de 2011

Si...

Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor,
han perdido la suya y te culpan de ello.

Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas.

Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no te domina el odio
Y aún así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio.

Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes conocer al triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos impostores.
Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a los necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida,
y agacharte para reconstruírlo con herramientas maltrechas.

Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un sólo lanzamiento ;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones,
para seguir adelante mucho después de haberlos perdido,
y resistir cuando no haya nada en ti
salvo la voluntad que te dice: "Resiste!".

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
o caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto,
con sesenta segundos que valieron la pena recorrer...

Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,

y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.

(R. Kipling)

sábado, 26 de noviembre de 2011

Lo que pienso


No tengo teorías. Soy práctico. No creo lo que me dicen, pero tampoco lo descreo. Para aprender experimento por mí mismo. Pienso que es la única forma de aprender. Intento descubrir por mí mismo a través de la experiencia propia. No tengo credos, reglas, dogmas, ni creencias. Tampoco creo cosas sobre mí, no tengo una imagen mental mía, no tengo autoestima, la abandoné. Voy haciendo. No busco resultados. No dependo de los resultados.
Intento estar tranquilo para ser consciente de los pensamientos que van apareciendo en mi cabeza.
Soy conciente de que yo no soy el que los piensa, de que no soy el pensador. Soy el espacio de conciencia en donde esos pensamientos ocurren. Así como yo no soy el que hace latir mi corazón, tampoco soy yo el que hace pensar a mi mente. El corazón late solo, la mente también piensa sola. Soy conciente de ello.
Entonces no tomo tan en serio los pensamientos.
Intento hacer todo más despacio. Tomarme tiempo al hacer cada cosa para poder disfrutarla con todo mi Ser. Intento aprender, crecer como persona.
Soy siempre un aprendiz. Tengo dudas y curiosidad de casi todas las cosas. Me fascina la vida y todo lo que ella contiene. Acepto lo que pasa. Me rindo al momento presente. Abandono la lucha para convertime en "alguien". Soy plenamente feliz con lo que soy. ¿por qué? Porque así lo quiero.
No me identifico con mis ideas ni con mis opiniones. Y mucho menos con mi nacionalidad, ni mi sexo, clase social, o mi historia. Vivo en momento presente. Aniquilo a cada momento el pasado. Lo dejo "pasar". Intento no pensar en el pasado. Intento estar alerta a lo que es real, atento a eso que está pasando ahora.
Voy poco a poco.Y me tengo muuuucha paciencia. La paciencia es una gran maestro.
Intento de disfrutar del viaje. La vida es el viaje, es el camino en sí, es el pasito que estás danto en este momento. Es el aire que está entrando en tus pulmones en este momento.
Me gusta lo simple, lo auténtico, lo original, la gracia, la belleza.
Vivo sin violencia.
No busco referencia en algo externo a mí. No busco referencia en lo que piensan lo demás, y menos lo que hacen los demás.
Intento ser íntegro, sincero y honesto. Decir mi verdad. Decir lo que pienso.
Soy "pacifista" a muerte!
Sé que el mundo tiene mucho para mejorar, por eso he empezado por mí mismo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA PARADOJA DEL TIEMPO (E. Tolle "Una nueva Tierra")

A simple vista, el momento presente es "lo que sucede". Puesto que los sucesos cambian continuamente, parecería que cada día de la vida consta de miles de momentos en los cuales suceden distintas cosas. El tiempo es para nosotros como una cadena interminable de momentos, algunos "buenos" y otros "malos". Sin embargo, si analizamos más detenidamente, es decir, a través de nuestra experiencia inmediata, descubrimos que realmente no hay muchos momentos. Descubrimos que lo único que hay es este momento.
La Vida siempre es ahora. La vida entera se desenvuelve en este Ahora constante. Los momentos pasados o futuros existen solamente cuando los recordamos o los imaginamos, trayéndolos a la mente en el único momento que existe: éste.
¿Por qué tenemos la impresión de que hay muchos momentos? Porque confundimos el momento presente con lo que sucede, con el contenido. Confundimos el espacio del Ahora con lo que sucede en ese espacio. Al confundir el momento presente con el contenido no solamente creamos la ilusión del tiempo, sino también la ilusión del ego.
He aquí la paradoja. Por una parte, ¿cómo podemos negar la realidad del tiempo? Lo necesitamos para ir de aquí para allá, para preparar la cena, construir una casa, leer este libro. Lo necesitamos para crecer, aprender cosas nuevas. Al parecer, consumimos tiempo en todo lo que hacemos. Todo está sujeto a eso y, al cabo de los años, "este maldito tirano que es el tiempo", termina matándonos. Podríamos compararlo con un incendio voraz o con un río de aguas embravecidas que nos arrastra en su corriente.
Hace poco me reuní con unos viejos amigos, una familia a la cual no veía hacía tiempo, y me llevé una fuerte impresión cuando los vi. Casi les pregunto, "¿están enfermos? ¿Qué sucedió? ¿Quién les hizo eso?" La madre, apoyada en un bastón, parecía como si se hubiera encogido y su rostro estaba arrugado como una manzana vieja. La hija, a quien había visto la última vez llena de la energía, el entusiasmo y las esperanzas de la juventud, parecía agotada, cansada después de educar a sus tres hijos. Entonces recordé: habían pasado casi treinta años desde nuestro último encuentro. El tiempo les había hecho eso. Seguramente ellas tuvieron la misma impresión cuando me vieron.
Todo parece estar sujeto al tiempo y, no obstante, todo sucede en el Ahora. Esa es la paradoja. A donde quiera que miremos hay suficiente evidencia circunstancial de la realidad del tiempo: la manzana que se pudre, el rostro en el espejo comparado con el rostro en la fotografía de hace treinta años. Sin embargo, nunca encontramos evidencia directa, nunca experimentamos el tiempo propiamente. Lo único que experimentamos es el momento presente o, más bien, lo que sucede en él. Si nos guiamos solamente por la evidencia directa, entonces no hay tiempo, y lo único que existe es el Ahora.

ELIMINAR EL TIEMPO
No podemos fijarnos la meta de liberarnos del ego y dar los pasos necesarios para alcanzarla en un futuro. Lo único que obtenemos es mayor insatisfacción, más conflictos internos, porque siempre nos parecerá que nunca llegamos, que nunca "alcanzamos" ese estado. Cuando fijamos para el futuro la meta de liberarnos del ego, nos damos más tiempo y, más tiempo significa más ego. Examine con cuidado si su búsqueda espiritual es una forma disfrazada de ego. Hasta tratar de deshacernos del "yo" puede ser una forma de querer más si la fijamos como una meta para el futuro. Darse más tiempo es precisamente eso: darle más tiempo al "yo". El tiempo, es decir, el pasado y el futuro, es lo que alimenta y empuja al yo falso fabricado por la mente, y el tiempo vive en la mente. No es algo que exista objetivamente en "alguna parte". Si bien es una estructura mental necesaria para la percepción sensorial, indispensable para efectos prácticos, es el mayor obstáculo para llegar a conocernos. El tiempo es la dimensión horizontal de la vida, la capa superficial de la realidad. Y está además la dimensión vertical de la profundidad, accesible solamente a través del portal del momento presente.
Entonces, en lugar de sumarnos tiempo, debemos eliminarlo. Eliminar al tiempo de la conciencia es eliminar al ego, es la única práctica verdaderamente espiritual.
Claro está que cuando hablamos de eliminar el tiempo no nos referimos al tiempo del reloj, el cual representa el uso del tiempo para efectos prácticos como fijar una cita o planear un viaje. Sería casi imposible funcionar en este mundo sin el tiempo del reloj. A lo que nos referimos es a la eliminación del tiempo psicológico, la preocupación constante de la mente egotista con el pasado y el futuro, y su retiscencia a ser una con la vida viviendo en consonancia con la existencia inevitable del momento presente.
Cada vez que en lugar de decirle "no" a la vida le damos un "sí, cada vez que permitimos que el momento presente sea como es, disolvemos el tiempo y también el ego. Para sobrevivir, el ego debe dar más importancia al tiempo (pasado y futuro) que al momento presente. El ego no soporta la amistad con el momento presente, salvo por breves momentos, lo suficiente para obtener lo que desea. Pero no hay nada que satisfaga al ego durante mucho tiempo. Mientras controle nuestras vidas, nos hará infelices de dos maneras. Una, al no obtener lo que deseamos y la otra al obtener lo que deseamos.
Todo aquello que es o que sucede es la forma adoptada por el Ahora. Mientras nos resistamos internamente, la forma, es decir el mundo, se convertirá en una barrera impenetrable que nos separará de lo que somos más allá de la forma, de la Vida única informe que somos. Cuando damos un "sí" interior a la forma adoptada por el Ahora, esa forma se convierte en la puerta hacia la dimensión de lo informe. La separación entre Dios y el mundo se disuelve.
Cuando reaccionamos contra la forma que la vida adopta en este momento, cuando tratamos al Ahora como un medio, un obstáculo o un enemigo, fortalecemos nuestra propia identidad en la forma: el ego. De allí la reactividad del ego. ¿Qué es reactividad? Es la adicción a la reacción. Mientras más reactivos somos, más nos enredamos con la forma. Mientras más identificados con la forma, más fuerte es el ego. Entonces nuestro Ser a duras penas logra proyectar su luminosidad a través de la forma.
Cuando no oponemos resistencia a la forma, aquello que está más allá de ella en nuestro interior emerge como una Presencia que lo abarca todo, un poder silencioso mucho más grande que la breve identidad con la forma, mucho más grande que la persona. Es nuestra esencia más profunda que no tiene parangón en el mundo de la forma.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Somos nuestro pasado, nuestros recuerdos, nuestra memoria. Todo los que hicimos, las cosas que logramos, y todo nos ha sucedido y nos han hecho. Eso somos. Somos el pasado.
¿Eso realmente somos? ¿Una historia?
Dime una sola cosa acerca de ti que no esté relacionada con el pasado.

Los seres humanos vivimos todo el tiempo con un montón de cosas que realmente no necesitamos y nos estorban pero al mismo tiempo nos complacen. Cosas materiales y también ideas (por ejemplo la del pasado y la del futuro). Todo eso nos distrae del presente, el único momento vivible. El presente es el único momento donde realmente puedes encontrarte a ti mismo.

Muy poca gente elige lo que hace. Casi todos los demás reaccionamos. Respondemos a estímulos sin elegir lo que hacemos, y por lo tanto sin poder tomar responsabilidad de nuestros actos. Incluso reaccionamos a cosas que ya no existen como el pasado.

Hay que aniquilar el pasado a cada momento. Vivir en el filo de la navaja del momento presente.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El eterno problema del autoestima. La imagen de mí mismo.
Creo que la autoestima es un problema por definición. Quiero decir que el problema es la autoestima en sí mismo.
La autoestima es "la valoración de uno mismo, generalmente positiva".
Es decir que la autoestima el conjunto de opiniones que tengo yo acerca de mí.
Pero valorar es comparar. Entonces ¿por qué debería tener yo una valoración de mí mismo?
¿por qué debería creer que soy bueno o malo, o lindo o feo, inteligente o no, etc.?
¿de qué me sirve tener una imagen de mí mismo?
El autoestima es inestable, a veces me siento super bien y otros días creo que no soy tan bueno o lindo, como pensaba antes.
Sería mucho más simple, efectivo y sincero no tener ninguna imagen de uno mismo. Lo mejor es abandonar la idea del autoestima. Yo soy lo que soy (y punto).
No creo cosas sobre mí. No opino sobre mí. Toda opinión nos aleja de la verdad.
No me valoro, porque el valor de las personas no se puede medir (que significa comparar). Yo no me comparo. Ninguna persona vale más que otra. Por lo tanto, yo tampoco valgo más ni menos que otro. Entendido esto (que es simple de entender pero no tan fácil de aplicar), desaparece el autoestima, que es la imagen de uno mismo. Y que como toda imagen es sólo una imagen y no es real.

En síntesis: yo no soy lo que los demás piensan de mí. Pero tampoco soy lo que yo pienso de mí, que a veces es bonito y otras veces no tanto.

¿Y vos que pensás?

Aquí un video de Krishnamurti que habla sobre este tema:
http://youtu.be/2fEfALnrm8k