Amigo
mío..., yo no soy lo que parezco. Mi aspecto es sólo un traje que llevo
puesto, un traje hecho cuidadosamente; que me protege de tus preguntas,
y a ti, de mi indiferencia.
El "Yo" que hay en mí, amigo mío, mora en la casa del silencio, y en ella permanecerá por siempre, inadvertido, inabordable.
No quisiera que creyeras en lo que digo ni que confiaras en lo que hago, pues mis palabras no son otra cosa que tus propios pensamientos, hechos sonido; y mis acciones, tus propias esperanzas convertidas en acción.
Cuando dices: " El viento sopla hacia el oriente", yo digo: " Sí, sopla
hacia al oriente"; pues no quisiera hacerte saber que mi mente no mora
en el viento, sino en el mar. Tú no puedes comprender mis navegantes
pensamientos, ni me interesa que los comprendas. Prefiero estar a solas
en el mar.
Cuando es de día para ti, amigo mío, es de noche
para mí; sin embargo incluso así, hablo de la luz del mediodía que danza
en las montañas y de la sombra escarlata que se abre paso sigilosamente
por el valle; pues tú no puedes oír los cantos de mi oscuridad ni
puedes ver mis alas que se agitan contra las estrellas. Y no me interesa
que me oigas ni que me veas en mí. Deseo estar a solas con la noche.
Cuando tú asciendes a tu Cielo, yo desciendo a mi Infierno. Incluso
entonces tú me llamas a través del infranqueable abismo que nos separa:
"Mi compañero, mi camarada", y yo te respondo: "Mi camarada, mi
compañero", porque no quiero que veas mi infierno. Las llamas te
cegarían y el humo te ahogaría. Y me gusta mi Infierno; lo amo tanto al
grado de no dejar que lo visites. Prefiero estar a solas en mi Infierno.
Tú amas la Verdad, la Belleza y la Justicia; y yo sólo por
complacerte te digo que es bueno amar esas cosas; pero en el fondo de mi
corazón me río de tu amor por estas entidades. Sin embargo, no te dejo
ver mi risa: Prefiero reír a solas.
Amigo mío, tú eres bueno,
discreto y sensato; es más: eres perfecto, y yo a mi vez hablo contigo
con sensatez y discreción, pero... estoy loco. Solo que enmascaro mi
locura. Prefiero estar loco a solas.
Amigo mío, ...tú ni
siquiera eres mi amigo, pero, ¿cómo hacer que lo comprendas?. Mi senda
no es la tuya y, sin embargo, caminamos juntos, cogidos de la mano...
de K. Gibran
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